Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

como lágrimas en la lluvia, maldita sea

domingo, 14 de octubre de 2007

Ayer estuve en una fiestita con Arcadi y otros amigos. En uno de los corrillos, de repente, nos encontramos (sin demasiada ayuda del vino) hablando de la muerte. Más concretamente, de su elusión, de la inmortalidad. Estoy leyendo el libro El Nuevo Humanismo , una edición del portentoso John Brockman . Uno de sus capítulos va a cargo de R. Kurzweil –“inventor y empresario”- que afirma que la dichosa inmortalidad está a la vuelta de la esquina. Le digo a Arcadi que nos la vamos a perder por poco y que eso da mucha rabia. Él recuerda que ya se lo manifestó, quejumbroso, un amigo suyo hace años. Todos los reunidos nos declaramos unánimemente bastante materialistas respecto al asunto. Nos identificamos más bien con Woody Allen, caballero que nunca oculta su preferencia por la inmortalidad del no morirse frente a la de la memoria y la fama. Uno de los del corrillo emite palabras rencorosas sobre esa gran injusticia, ese brutal reparto de la suerte que nos va a dejar arbitrariamente del lado de los que se irán a su pesar. No recuerdo quien mandó poner en su lápida “Fue en contra de mi voluntad”. Pues eso. Lo que más fastidia a nuestro amigo es no tener a quien reclamar. Él sí pudo, aunque con poco resultado, pero ¿nosotros?

Justamente a la vez, leo en el Free Inquiry de este trimestre la sección de Richard Dawkins en la que el científico reflexiona sobre comentarios que respecto a su libro The Good Delusiónle le ha enviado la gente . Explica que la familia de un joven de 17 años recientemente fallecido realizó una colecta en el propio funeral para recoger fondos para la Richard Dawkins Foundation tal como lo había pedido el infortunado, un defensor de la ciencia y del pensamiento crítico. En las exequias, se leyeron las líneas introductorias de su bellísimo libro Destejiendo el Arco Iris. Empiezan así: “Vamos a morir, y eso hace que seamos los afortunados. Mucha gente no morirá porque no van a tener la oportunidad de nacer. El potencial número de personas que podrían estar ahora en mi lugar pero que de hecho nunca verán la luz del sol es mayor que el de los granos de arena del Sahara…”
Es un punto de vista, sí. Poco usual. Moderno, ilustrado. Pero, para mí que no le va a traer consuelo suficiente a Woody Allen…

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues nada, organizáis una colecta y os hibernáis colectivamente. Sería un fantástico colofón a una brillante trayectoria de absoluto escepticismo.

Anónimo dijo...

Hace casi nueve años me vi inundado por un extravagante sentimiento de compasión hacia los no nacidos, por lo que decidí ayudar un poco. Ahora estoy corrigiendo los deberes del agraciado.

¿Agraciado? ¿Quería él nacer? ¿No atribuí a los miembros de otra comunidad, la de los no nacidos, un valor exclusivo de la mía?

Siempre he reconocido la fuerza ineluctable de esta forma extrema, pura, de multiculturalismo. Pero ese reconocimiento fue mi mejor defensa contra ella. En efecto, no podía -sí, no podía- sino pensar que él quería nacer, y eso bastó. No importa que tenga que seguir corrigiendo sus deberes.

Anónimo dijo...

Gotigoti dijo,
1. parece que Michael Shermer sí cree que religión y Darwin son compatibles y que incluso algunos desarrollos de la evolución pueden respaldar postulados conservadores.Véase el link a través de este artículo del blog Tabla Rasa.Los conservadores españoles tampoco necesitan a darwin. 12 octubre.
Sobre Dawkins tengo que decir que me convence mucho Tsevarabtan en su magnífico Dawkins y la maldición de la inteligencia.
2. ¿ Y esta tipa da clase en una universidad de París? ¡ Allons enfants! Si pueden aguantar una sobredósis de verguenza ajena vean: ¡Fuera la cabeza! tabula rasa blog,29 septiembre.

Anónimo dijo...

Gotigoti dijo,
el ensayo de tsevanrabtan (ahora sí) pueden leerlo en su magnífico blog Rumbo a los mares del sur.
Aprovecho la ocasión para agradecer a D, Fernando Peregrín su excelente artículo Treinta años de orientalísmo, publicado en los Cuadernos de pensamiento político de la Faes. ¡Qué descubrimiento el nuevo libro de Ibn Warraq!

Anónimo dijo...

El hombre es el único animal que se sabe mortal y ante tal revelación busca darle un sentido a su vida. (Entrada de la representación teatral de la exposición dioses modo de empleo).
Es precisamente ese sentido de mortalidad lo que hace que queramos progresar aquí y ahora, no me planteo la inmortalidad más que como un “castigo divino”.

Anónimo dijo...

que le parecen la entrevista a james watson?

Anónimo dijo...

parece

Anónimo dijo...

Esto es lo que envidio del budismo. Sí, bueno, también tenemos el catolicismo, la vida eterna y la resurrección de los cuerpos, pero digamos que hay que esperar demasiado.

Anónimo dijo...

http://unacatalanaenmadrid.blogspot.com/