Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

Hessel no estuvo allí

jueves, 7 de marzo de 2013




Hessel no tuvo contribución alguna en el redactado de la Declaración de Derechos Humanos; ni mucho menos fue su "coautor". Es lo que relata en este artículo en el que se muestra, por otro lado, lleno de "afectuosa simpatía" por el personaje. Lo que denuncia es el descuido y la desidia de los medios de comunicación, que han repetido una serie de hechos falsos para crear una leyenda casi santa sobre Hessel: "Los medios de comunicación imponen a la opinión pública una visión ilusoria de la Historia alrededor de héroes populares convertidos en más seductores de lo que son en realidad".

Leyenda que, dicho sea en su favor, no ha sido Hessel quien ha contribuido a elaborar. Parece que el caballero insistió repetidas veces en que no era cierto. Lo  remarcó el 3 de enero de 2011, en una entrevista en Politis. " Es la ocasión para mí de advertir sobre dos ideas falsas. La primera es que habría formado parte del Comité nacional de la Resistencia. (...) El otro error es concederme el papel de corredactor de la Declaración Universal de Derechos Humanos. (...) Asistí a su redacción próxima de manera cercana y de cabo a rabo. ¡ Pero de ahí a pretender que habría sido de allí el corredactor! "

Sin embargo, esta leyenda urbana forma parte del panegírico que le dedicó el mismo Mayor Zaragoza en El País el día 2 de marzo, que debería saber más, ya que le conoció, como él dice, hace más de 20 siendo él director de la Unesco.

He reparado en esta cuestión gracias a un post de Robert Redeker en Facebook. Mi amigo dice: "Estas cosas ya fueron reveladas por Pierre-André Taguieff  hace años. Pero los periodistas no prestaron  atención. Querían hacer como con Lance Armstrong: creer y hacer creer en una bella historia."


No deja de maravillarme esta necesidad que tenemos los humanos de venerar a otro, sin duda debido a nuestra naturaleza jerárquica . La mayoría de veces atribuyéndole virtudes y milagros, a la manera chamánica,  que sólo están en nuestra imaginación.