Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

Cómo crear un partido y no morir en el intento

viernes, 27 de abril de 2012


Reseña de Ana nuño publicada en "Papel Literario", suplemento literario del importante periódico venezolano El Nacional.


Para Papel Literario-El Nacional

Cómo fundar un partido político y no morir en el intento
Por Ana Nuño



Hacia octubre de 2004, un grupo de amigos comenzó a reunirse a fechas más o menos fijas, cada dos meses, para compartir cena y charlas en un restaurante de la Plaza Real de Barcelona. Al comienzo eran unos diez, pero con el tiempo el grupo se fue ampliando, sin que en ningún caso llegase a rozar la veintena. Tenían en común tres cosas: eran, por profesión, cualquier cosa salvo políticos, habían nacido o vivido en Cataluña, y estaban preocupados por el nacionalismo rampante de los partidos políticos y gobiernos catalanes. Sobre lo primero, hay que decir que algunos encajaban en esa categoría perversa, a la vez imprecisa y prejuiciosa, de ‘intelectuales’, que en la realidad de nuestras sociedades mediáticas es casi indistinguible ya de las más faranduleras de ‘famosillos’ y ‘celebridades’. Era el caso general, sin duda, de Albert Boadella, Félix de Azúa o Arcadi Espada, y en el ámbito catalán, de Francesc de Carreras o Ivan Tubau. Y sobre lo esencial, que era el motivo de aquellas cenas, desde luego no se trataba de ninguna novedad: desde 1980, el gobierno regional de Cataluña había estado en manos de un mismo partido, Convergència i Unió, caracterizado por gobernar con una de las armas favoritas de los corporativismos populistas: el marcaje y exclusión social del discrepante a su línea ideológica. Esa línea era y es el tradicional y decimonónico nacionalismo esencialista: catalanes y Cataluña como esencia inmutable en la historia (es decir, a pesar y contra la historia, que si algo es, es mutabilidad y cambio), en también invariable lucha contra sus eternos enemigos (los españoles, también vistos, claro, como pétreo destino en lo universal), avanzando hacia el alba esplendorosa de una Cataluña míticamente tersa. Esto, bien que lo sabían aquellos tertulianos de cena, casi todos activos desde hacía años en movimientos e iniciativas de una sociedad civil que, desde la Asociación por la Tolerancia hasta el Foro Babel, en repetidas ocasiones se habían opuesto a leyes y disposiciones con las que los sucesivos gobiernos de CiU imponían aquel marcaje y exclusión, sobre todo las Leyes de Política Lingüística y su desarrollo desde la administración pública.
El lector de buena fe mas ignorante de los vericuetos de la política catalana, y debido al poco espacio de que dispongo aquí, podrá hacerse una somera idea con el siguiente guión de política-ficción. Imagine el venezolano, por ejemplo, que sus gobernantes deciden que su principal por no decir única labor consiste en restaurar la Venezuela pura y auténtica, que no es otra que la de los caribes, y para ello obligan a todos sus habitantes a utilizar en sus comunicaciones, desde las aulas hasta los ministerios hasta los hospitales, la lengua taíno. Es más, a comerciantes y empresarios se les obliga a anunciarse en esta lengua, y quien lo hiciere en la del enemigo (¿qué otra? el español, claro) será acosado y multado. Algunos pensarán que exagero, que el catalán no es una lengua extinta, etc.; pero basta un mínimo de conciencia civil para ver que se trata de lo mismo: de partir de la postulación de una realidad mítica, para decretar que en esta hay que hacer encajar, por la coacción y la fuerza si es preciso, la realmente existente. Último dato, para quienes lo ignoren: la sociedad catalana es bilingüe, pero además en ella, los que tienen al castellano o español como lengua materna son mayoría (un 54 %).
Ante ese estado de cosas, aquel grupo de amigos se decía que algo había que hacer. Máxime al comprobar que, con el traspaso del gobierno de CiU a los socialistas catalanes en las elecciones autonómicas de 2003, ya estaba claro no sólo que nada de eso iba a cambiar, sino que seguramente empeoraría: Pasqual Maragall, flamante President de la Generalitat gracias a una coalición de partidos de izquierda y nacionalistas, lo primero que hizo fue anunciar que Cataluña tenía un solo problema que resolver: arrancar más autogobierno al malvado gobierno central español, y una sola ocupación digna de su clase política: la redacción de un nuevo Estatuto de Autonomía.
Los amigos, de cena en cena, acabaron comprendiendo que había pasado la hora de redactar manifiestos y recoger prestigiosas firmas y organizar actos públicos para alertar a sus conciudadanos, y que lo único que cabía era abrir un proceso constituyente de un nuevo partido político. Que lo fuera por su rechazo del nacionalismo, pero también y sobre todo por su abierta y firme defensa de los valores de igualdad de todos los ciudadanos en el marco de la Constitución española de 1978, una norma equiparable a las constituciones liberales y democráticas del entorno europeo de España. Eso sí, como buenos intelectuales al cabo, redactaron un manifiesto[1] y lo presentaron en sendos actos a la prensa y al público. Por descontado, recibieron el esperado chaparrón de insultos (‘españolistas’, ‘fachas’) y amenazas (incluso una de muerte, que hubo que responder con una demanda), pero al cabo de menos de un año nació el primer partido político fundado desde la Transición, no sólo en Cataluña sino en España toda: Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Que tres meses después, en las primeras elecciones autonómicas catalanas tras su fundación, “envió”, como dicen los ingleses, al Parlamento local a tres de sus miembros, elegidos diputados.
De las cenas y discusiones y del revuelo considerable que supuso en Cataluña la formación de ese partido (que sigue contando hoy con representación parlamentaria local) se habían escrito hasta la fecha análisis y recogido testimonios, pero ahora contamos, por primera vez, con una crónica de primera mano escrita por uno de aquellos comensales que acabaron convirtiéndose en los 15 firmantes del manifiesto y fundadores e impulsores del nuevo partido. O mejor dicho, una: María Teresa Giménez Barbat, en Citileaks. Los españolistas de la Plaza Real,[2] narra en una prosa clara, sin políticas retóricas y con no pocas dosis de humor, su experiencia como una de las dos mujeres que participaron en el proceso previo y posterior al lanzamiento del manifiesto fundacional del partido, una de las dos mujeres que quedaron subsumidas en la etiqueta de ‘los 15 intelectuales’, como los medios nacionalistas, que en Cataluña son todos, pretendieron hacer mofa de ellos, lo que revela únicamente la alta idea que la Cataluña bienpensante se hace de la inteligencia.
Los argumentos ad hominem y pro domo sua son despreciables, pero perdóneseme que, por una vez, me valga de uno para recomendar la lectura del libro de Giménez Barbat. Quien se asome a él, sea o no catalán y maneje o no todas las claves locales, se hará una idea de lo extraordinariamente difícil que es la acción política en su manifestación más formal y civilizada, que sólo proporciona un partido político (para cualquier otra forma de acción política, basta con encontrar a un pillo y ponerlo al frente de una turbamulta). La democracia sin partidos puede parecer más fácil, de entrada, pero a la larga, como en el Capricho nº 43 de Goya, sólo produce monstruos.
Ah, lo olvidaba: yo soy la otra mujer de aquel grupo de los 15, y a pesar de seguir profesando el sano y necesario espíritu de discrepancia y contradicción sin el cual no habríamos sido capaces de fundar el partido, me alegro de que mi compañera de armas (y de armas tomar) nos regale su verídica y deleitosa crónica.


[1] Puede leerse aquí: http://www.ciudadanos-cs.org/jsp/publico/conocenos/manifiesto1.do

[2] Mª Teresa Giménez Barbat, Citileaks. Los españolistas de la Plaza Real. Prólogo de Ignacio Vidal-Folch. Sepha, Málaga, 2012.

Citileaks. Los españolistas de la Plaza Real

lunes, 23 de abril de 2012

Acabo de publicar un libro, Citileaks.


Quisiera dar las gracias a todas las personas que han hecho posible este libro. A los 14 del grupo impulsor: Félix de Azúa, Albert Boadella, Francesc de Carreras, Arcadi Espada,  Ana Nuño, Félix Pérez Romera, Félix Ovejero, Xavier Pericay, Ponç Puigdevall, José Vicente Rodríguez Mora, Ferran Toutain, Ivan Tubau, Horacio Vázquez Rial y al fallecido Carlos Trías.  A quienes estuvieron en las cenas del Taxidermista e invitamos a participar: Basilio Baltasar, Miquel Porta Perales e Ignacio Vidal-Folch.

A los que trabajaron para que el proyecto se afianzara en sus aspectos técnicos y organizativos: Francisco Mercader “Merca”, Jordi Serrano, Carla Palacio, Roger Corcho y tantos otros.  

A los que dieron el paso y nos acompañaron en el Centre de Cultura Contemporánea para presentar el Manifiesto:  John Barrass, Ramón de España, Enrique Lynch, Pedro Heras, Antonio Roig, Miriam Tey, Regina Farré, Beatriz de Moura, Llorenç Soler, Jordi Bernal y Lluis Mª Todó.  


A los que formaron parte del grupo ampliado después del acto del Tívoli y en la ejecutiva pre-congresual: Josep March, Maite Nolla, Mercedes Nieto, Josep Mª Albert de Paco, Javier Melero, Sabino Méndez, Pepe Domingo, Ángel de la Fuente y Carlos Feliu. También se pasean por estas páginas Francisco Caja, Juan Antonio Cordero, Clemente Polo, Juan José Areta, Joaquin Sabina,
Jacobo Elosúa y J.M. Villegas.

A las asociaciones y grupos que nos precedieron: Foro Babel, Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT), Tolerancia, Convivencia Cívica, INN y tantas otras.  A los periodistas y medios que confiaron en nosotros. A la gente que asistía a nuestros actos.

Al restaurante Taxidermista, a Berta y a “la Beth y la Bête”. A Enrique Cornejo por prestarnos en Teatro Reina totalmente gratis. Al “Bucanero”, que cobró.

A Fernando Savater, Rosa Díez, Nicolás Redondo, Hermann Tertsch, Santiago González y Jon Juaristi.  A los tres diputados que conseguimos, José Domingo, Albert Rivera y Antonio Robles.

Al blog de Arcadi Espada. A Salvador Sostres, Juan José López-Burniol  e Isabel-Clara Simó por darnos marcha. A El Picha por sus impresionantes “leaks”.

A la Izquierda, a la Derecha, a los Transversales. A Versace y a Santa Coloma de Gramanet. A la Hipnosis.

A Ignacio Vidal-Folch por su chispeante prólogo. A mi editor, Gonzalo Sichar, por confiar en mí. A mi marido, José Morera, por aguantarme. Al president Tarradellas por inspirarnos. A Agustín Navas, ya sabe por qué. A Miguel Rodríguez “Festina” por pagar la ronda. A Alfonso Guerra por….lo que sea. Hasta a Napoleon Bonaparte por prestarme la estupenda cita que inaugura el libro.


Estas son unas crónicas muy personales, basadas en mis recuerdos, en  la correspondencia "interna" que nos cruzamos en aquella época y otros materiales que me ha sido posible consultar. No reproduzco nigún mensaje estrictamente personal, sólo correos que fueron enviados al grupo impulsor entero de 15 personas (luego a la lista ampliada de 25 individuos). Por tener ese carácter de "post-datas a las actas evocadoras de cenas y reuniones" y estar al alcance de todos, decidí no compartir su selección con ninguno de los protagonistas, aunque es verdad que comenté con  alguno mi intención de usar ese material, algún dia, quizás, para un libro. Parto de la base que la crónica trufada con  esa clase de "leaks" no vulnera la legislación vigente, pero comprendo perfectamente que pueda sorprender y que su difusión importune a alguno de los implicados. Solicité en su día la revisión de algunos apartados o incidencias dudosas por parte de diversos protagonistas que me atendieron con amabilidad. Así y todo, el resultado puede estar sesgado y dar lugar a lecturas e interpretaciones fuera de contexto. Naturalmente, las inexactitudes y los errores finales son sólo míos. Lamento las imprecisiones, negligencias, escoramientos y olvidos que seguro los hay en abundancia, y expreso mis disculpas por anticipado a quienes puedan sentirse molestos por la exposición final de los acontecimientos que relato. Acepto toda la responsabilidad que implica este método y estoy dispuesta a ofrecer disculpas públicas en el caso (altamente improbable, confio) que pueda derivarse algun daño a terceros de resultas de "Citileaks".

Cataluña Antisistema

jueves, 5 de abril de 2012


En 1995, un centenar de parroquias fueron segregadas del Obispado de Lérida y traspasadas al de Barbastro-Monzón. En mayo de 2008, tras una orden del Vaticano, ambos obispos acordaron la devolución de las obras de arte a la diócesis aragonesa, pero el acuerdo nunca llegó a cumplirse por la negativa de la Generalidad a acatarlo, alegando que formaban parte de una colección catalogada. Carme Vidal, responsable de los Servicios Territoriales de Cultura en Lérida de la Generalidad, ha negado cualquier posibilidad de traslado de las piezas artísticas sacras, en contra de lo que han dictado los tribunales, aduciendo que los bienes del Museo Diocesano están protegidos por una ley autonómica o que los bienes del Museo Diocesano están protegidos por una ley “independientemente de lo que digan los jueces”.
¿Han leído ustedes? Que no van a obedecer a los jueces. Aquí las cosas van así. Si el mismo Montilla, todo un presidente, defendió la insumisión ante la sentencia del Estatut, pordiós. Y no hablemos ya de política lingüística, ese cachondeo. ¿Y de esas consultas independentistas de barraca de feria? Aquí el pasarse por el forro la ley es el pan de cada día. Bien que lo entiende el perplejo secretario general del Departamento de Cultura, Xavier Solà, cuando defiende la legalidad de todas sus actividades privadas como abogado, con anterioridad a su entrada en el Govern, y denuncia una operación para "destruirlo". ¡Si estas cosas se hacen por Cataluña!¡Les extraña a algunos que haya respondido "con chulería"!

Después de los actos vandálicos del día de la huelga, los políticos catalanes están por endurecer las leyes y muchos recuerdan ahora con escándalo que Inma Mayol se declaró en su día "antisistema". Cuánta hipocresía. Los políticos catalanes del PUC (partido único catalanista, CIU, PSC, IC, ERC...) son TODOS antisistema.