Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

el negocio de la victimización femenina

viernes, 25 de enero de 2013




Que tiene innumerables facetas. La autora de este libro sugiere que las mujeres leen lo que crean los hombres. Una de las frases dice así:


Los hombres no pierden el tiempo leyendo, sus mujeres e hijas sí. Ellas tienen tiempo libre para perderlo. Los hombres nos dedicamos a crear. ¿Ese es el discurso dominante que quiere denunciar?
Sí, por supuesto. El tiempo de los hombres tiene más valor de mercado, mayor valor de uso y de cambio que el tiempo de las mujeres. Por esta razón el mercado las ha elegido como su público prioritario y las campañas de marketing están destinadas a satisfacerlas. Los hombres se dedican a crear, a la actividad de la autoría, mientras que las mujeres, acostumbradas históricamente al anonimato, siguen siendo consumidoras pasivas

Son aseveraciones muy ligeras. Evidentemente, las mujeres leen más porque tienen más tiempo. No sé qué querrá decir que el tiempo de los hombres tiene mayor "valor de mercado, ni cómo  el "mercado" va y  se "elige" un público él solito. 

La realidad es que la mujeres leen más porque dedican un tiempo que sin duda tienen a ello. Según Warren Farrell, 25 millones de americanas leen novela romántica a tenor de 20 (sí, leen bien, 20) libros de este cariz al mes. Y no sólo son lectoras de literatura elaborada por hombres. Muchísimos de sus libros favoritos están escritos por mujeres. Desde las marujiles "Sombras de Gray,  a Danielle Steel, Jackie Collins, Barbara Cartland o la inolvidable Corín Tellado.

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