El periodista Joan Barril, colaborador de Catalunya Radio, TV3, El Periódico y BTV, ha puesto en cuestión la decisión de la Unión Europea de no permitir que la exterrorista Leila Khaled viajase a Barcelona para participar en una conferencia en el bloque de actos de solidaridad con Palestina que organiza el Consell de la Joventut de Barcelona (CJB). Barril reconoce que fue “una senyora perillosa”, imagino que con el escalofrío placentero del morbo que estos peligros provocan el la progresía. Pero es más que una señora que fue peligrosa; es una mujer que, lejos de estar “jubilada” (¿jubilada de qué? ¿Ya no cobra de estos organismos europeos que inyectan fondos indiscriminados al aparato palestino y sus funcionarios?) asegura, a día de hoy, según este artículo , que "negociar no sirve, la ocupación sólo se termina con lucha armada". Vamos, la invitada más adecuada para un país en el que hace como quien dice dos días enterramos a un servidor público, a un guardia civil. Es una “jubilada” apologeta del terrorismo (la jubilación la tiene sólo de la parte práctica) que defiende que haya gente que ponga bombas en escuelas, restaurantes, discotecas, festejos y autobuses, que de esto se trata, al fin, la dichosa lucha armada. Una mujer en la misma onda que la simpática protagonista de un documental que emitió ayer creo que el canal33 o TV3 (pero podría haber sido cualquier otro canal relativista de este país) en el que se nos hacía testigos de la valerosa normalidad de la vida de los refugiados palestinos en el Líbano. Unas personas cuya vida no la querría nadie para sí, sin un país para volver y sin ningún otro que les acoja y normalice sus vidas. Una gente que no es querida “en ninguna parte”, según se lamentaba uno de esos refugiados. Y digo que la protagonista comparte onda con Leila Khaled porque al final del programa coloca un broche que tal vez dé algunas pistas de este desplazamiento sin esperanza afirmando que su mayor ilusión era…convertirse en mártir. Vamos, en cristiano, que moriría por cargarse a esos inocentes ciudadanos que tienen la desgracia de estar cuando no deben en esas escuelas, restaurantes, discotecas, festejos y autobuses que tanto seducen a los practicantes de la lucha armada.
Se sorprende Joan Barril de que algunos ciudadanos y algunos políticos nos alarmemos de que algunas instituciones –que pagamos entre todos- decidan que los terroristas, retirados o no tanto, sean quienes tengan algo que enseñar a nuestros jóvenes. ¿Es estolo políticamente correcto para ellos? ¿ La basura terrorista? Parece que liga bien con el pañuelo palestino , la “kuffiya”, tan de moda. . Y es capaz de titular su artículo con un íntimo y colega 'Ho sento Leila', y comparar su caso con el de Manuel Fraga, firmante, según él, de penas de muerte, y, ya desbarrando, acordarse de Jorge Verstrynge,que de Alianza Popular se pasó al PSOE, o de Joan Puigcercós que “reconoce haber evolucionado de la socialdemocràcia al liberalismo”. Vamos, como Leila Khaled o casi. Lo más divertido es que cuando le llega el turno a Pío Moa (en este guinyol salen todos) lo describe como un terrorista antifascista que ha llegado a ser “un turiferario del revisionismo franquista”. A ese sí que aplaudiría que no le dejaran entrar en Europa. Se nota. El turiferario en vez de pasar de comprensible a aceptable, pasó de comprensible a inaceptable. No como algunas.
2 comentarios:
Teresa: El llamado problema palestino me lo imagino así.
Los ingleses tiene la mala llet de crear un ESTADO artificial en una zona cruces de pueblos y culturas con seres humanos que habían sido desposeidos de sus tierras y expulsados por el Imperio Romano, precisamente del corazón de dichas tierras.
Y eso no tiene ni tendrá un final feliz para nadie.
A mí me importa un pimiento que mis antepasados sean de origen merovingio.
Hoy, -y desde hace 50 años-, vivo, como, duermo en Viladecans; y no moriré muy lejos de aquí.
Además los seres humanos que no aceptan el mestizaje son los mayores razistas y nazis del orbe mundial.
Y tanto palestinos como sionistas son generalmente de esa condición.
Eso sí: Yo siento una admiración profunda e inconsciente hacia las más grandes lumbreras de la CULTURA OCCIDENTAL de formación judía, pero que no han ejercido nunca de ello sino que han elaborado nuestra visión de las cosas.
La causa palestina es uno de los tenderetes más ideologizados e idealizados de la historia contemporánea. Por supuesto que esta farsa no se inventa el sufrimiento de los palestinos de carne y hueso, pero lo utiliza. Y viene tan bien a los farsantes, que les asegura mantener el statu quo, sin el cual los vampiros del pueblo palestino (Hamás, las milicias terroristas, los burócratas corruptos) desaparecerían para siempre. Esa utilización de los palestinos de carne y hueso les condena al sufrimiento permanente porque los que tradicionalmente han sido y, parcialmente, siguen siendo sus dirigentes se han servido de ellos como arma propagandística para lograr su objetivo confesado: la destrucción de Israel. Y para hacer ese camino precisan extender el aislamiento y la deslegitimación del Estado de Israel, eterna justificación de la existencia de estructuras terroristas.
De esta manera lo que debería sentirse como un triunfo de toda la humanidad: la emancipación judía mediante la constitución de un Estado ejemplar si bien no perfecto (que acaba de cumplir 60 años como estado independiente), se invierte: Israel es una inmundicia comparable a la Alemania del III Reich. No siempre fue así: los regímenes democráticos más avanzados, los gobiernos progresistas y las personas ilustradas liberales y de izquierdas simpatizaron con los logros del sionismo. Y se alegraron de sus triunfos.
Hoy ya no ocurre así. ¿el sionismo? Algo similar al fascismo, por supuesto. Grotesco, sin duda, pero ¿no está lo grotesco hoy muy bien considerado?
Como grotesco es pensar que la situación de los palestinos es única y exclusivamente debida a la rapiña israelí. Los palestinos y los árabes en general no son responsables de nada, sólo son víctimas. Pero en primer lugar son víctimas de su intolerancia, de su agresividad y de su fanatismo. Es eso lo que les ha condenado a la miserable situación en que se encuentran.
Los palestinos de carne y hueso deben tener su propio Estado (ellos lo han retrasado 60 años). Y ese Estado debería esforzarse por el desarrollo económico, social y cultural de los palestinos. Pero para que eso ocurra deben admitir el derecho a la existencia y a la seguridad de Israel como Estado judío. Y sus dirigentes deben comenzar a construir un Estado que sirva a sus ciudadanos en vez de crear docenas de cuerpos de policía, seguir sembrando el odio entre sus niños en las escuelas y entre los mayores a través de la televisión, cultivar una ambigüedad calculada en su relación con Israel, y empozarse en la corrupción endémica.
Y los españolitos, tan amantes de los lugares comunes y de los tópicos mugrientos aunque para ellos, tranquilizadores, deberían esforzarse por entender y por aprender. Nuestros conciudadanos, seguramente entre los más autoindulgentes habitantes de este planeta, deberían amar más la libertad y el conocimiento y despreciar el prejuicio, y llevar encima más lápices y más libros, y dejarse de tanto pañuelo palestino.
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