Queda feo decirlo pero es así. En algunas cosas tienen mucho aún de primate. El actor principal y casi único de los actos incestuosos suele ser algún varón algo patológico. Carmen Rigalt, a propósito de Joseph Friztl y de la presencia del incesto en los medios, escribe un articulo en el que concede un cierto aroma de “normalidad”, por lo menos de fenómeno ocultado pero más usual de lo que se imagina el inocente lector, a este universal tabú. “En la cultura occidental, las relaciones incestuosas no se contemplan, pero haberlas, haylas.”, dice. Claro pero todos los ejemplos que expone están referidos a la mitología, particularmente la greco-semítica. Todo bastante “occidental” por otro lado. No sé qué quiere decir con ello pero si se refiere a que en nuestra parte del mundo no se presume del asunto, es cierto. Pero dudo de que encuentre una calurosa propaganda del mismo en ninguna cultura exótica por desinhibida que sea, si es que hay alguna desinhibida (no la hay). Que “el incesto es el primer acto de amor de la historia y la mitología” es una afirmación bastante exagerada y más por la excepcionalidad de esos personajes mitológicos que, por su poder y su divinidad amoral, eran los autorizados para transgredir ese tabú y otros más. “Los griegos politicamente correctos devoraban a los hijos y hacían guarrerías con las hijas”, si, y hombrecitos muy salidos y de poco escrúpulo podrían encajar con ese dicho que aporta Rigalt(y que yo no conocía) de que «a la prima se la arrima y a la prima-hermana, con más gana», frase con sordas y ancestrales resonancias de abuso de la mujer, casi siempre mucho más débil que esos primos tan de bar de carretera.
Así que eso de que “El incesto es un pecado cultural con mucha carga religiosa” en realidad se da de bruces con ese “también científica” con que sigue la frase. El motivo original para el tabú es biológico, y expresado de manera innata. Por eso es universal, cosa que no sería si sólo fuera “un pecado cultural”.
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