la prostitucion

Se debate en Cataluña la regularización de la prostitución de manera parecida a cómo se ha hecho en países como Holanda y Alemania. Hace unos meses, lo planteaba la anterior consellera de interior, Montserrat Tura, y hace unos días, el secretario general de Ciutadans-Partit de la ciutadania, Antonio Robles. Los términos que empleó este último fueron muy parecidos a los de la consellera: tratar la prostitucion “como cualquier otra actividad laboral donde estén protegidos sus derechos y sus obligaciones, como la fiscalidad o las revisiones periódicas”. Mala idea. Siempre existirá la prostitucion en cualquiera de sus grados porque los hombres quieren más sexo que las mujeres y ésta es la consecuencia lógica de una dinámica sexual en la que unos demandan y otros están en situación de ofertar. Hay un historial evolutivo que lo explica, es un rasgo social universal y todo ello apoya la tesis de un innatismo en esta estrategia de “sexo por ventajas”. Pero que sea un innatismo no lo convierte en una práctica ineludible que haya que aceptar. El “es” no implica el “debe”, como sabemos. También es un innatismo la tendencia natural a aprovecharnos de los demás en cualquier circunstancia y no lo hemos convertido en algo aceptable y regulado. La prostitución es un instinto de explotación tan explicable pero tan poco edificante como el esclavismo, aunque a las explotadoras primigenias les salieran, seguramente a no tardar, sus propios explotadores y sean las reales víctimas de ese negocio desplazado.
No, no es progresista regular la explotación de hombres por mujeres, o de hombres por otros hombres a través de los cuerpos tristes de las más desafortunadas. ¿Difícil? Mucho, especialmente si se va de las manos. El crecimiento de la prostitucion en nuestro país no es comparable a la de ningún otro país europeo. La revista Época en diciembre de 2000, recogía el asombro de una alta directiva del Grupo Pearson (editor, entre otros, de Financial Times y The Economist) y accionista del Grupo Recoletos (Marca, Expansión), Marjorie Scardino. Esta señora no daba crédito a que, en España, la prensa de nivel, no los tabloides, se lucrasen con la publicación de anuncios de prostitución. Parece que es el único país europeo con esta peculiaridad. No me extraña que este sea un debate urgente. En prostitucion, Cataluña es ya una referencia mundial, lo mismo que nuestro movimiento okupa, que atrae a aprovechados de toda Europa. Y la culpa es de una fase previa de tolerancia irresponsable causada por malos entendidos sobre el verdadero significado de la libertad sexual y de los modos de vida alternativos. Sueños de burgueses que se desean rebeldes.

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Siguiendo con la política “alternativa”: el curanderismo-progresismo como una de las feas artes.

'L'existència de diverses maneres d'entendre la persona, el diagnòstic, la malaltia i el tractament, relacionades amb la tradició de les diferents cultures, condiciona els criteris o les opcions mèdiques i terapèutiques distintes. Aquestes concepcions diverses es troben tant a la medicina oficial, convencional o al·lopàtica, com a la resta de criteris anomenats no convencionals, complementaris, alternatius, naturals o holístics. Cada un d'aquests criteris utilitza remeis o tècniques diferents. Els criteris en que es basen les teràpies naturals parteixen d'una base filosòfica diferent a la que suporta la medicina convencional o al·lopàtica i apliquen processos de diagnòstic i terapèutics propis." Este espanto forma parte del "PROJECTE DE DECRET PEL QUAL ES REGULEN LES CONDICIONS PER A L'EXERCICI DE DETERMINADES TERÀPIES NATURALS" que ayer fue aprobado. Como dice mi amigo Alfonso López Borgoñoz, autor de un manifiesto al respecto que presentó como alegación y que no le fue respondido, “a partir de ahora, la diferencia de los médicos serios con los homeópatas, osteopatas, acupuntores y (llegará...) echadores de cartas será (al menos para las autoridades sanitarias catalanas) meramente un problema filosófico o cultural (según se deduce del preámbulo de este proyecto).
Efectivamente. Pseudohistoria y Pseudociencia, elementos base de los preámbulos que se gastan en mi tierra, sea el del Estatut o el de este triste decreto. La exaltación del pensamiento flácido y del posh modernismo.