Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

trepas con pancarta (pongamos que hablo de...)

viernes, 23 de septiembre de 2011

Todos somos escaladores sociales. Todos queremos mejorar nuestro estatus y seguir la senda de los del piso de arriba, que tienen mejores vistas. Podría hablar de monos y tal pero otro día. Lo curioso es que también existen unos sentimientos de culpa, vergüenza y, sí, miedo, asociados a esa tentación. Y todo un sistema de justificaciones, argumentos o ideologías ocupados en vociferar que las uvas son verdes y que si no lo estuvieran también serían asquerosas.

Solución: haz con una mano lo contrario que haces con la otra. O sea, en una de ellas lleva una pancarta de la UGT y con la otra empuja a tus niños a un colegio donde no tengan que alternar con los hijos de los..."compañeros".

1 comentario:

Manuel Álvarez dijo...

Muy interesante tu reflexión sobre la mejora del estatus, pero muy compleja. Unos buscan fama, otros buscamos dinero, otros reconocimiento, etc. Para un gran debate.
Sobre haz lo que digo y no lo que hago, como hace este pancartero, hay muchos ejemplos. Aquí uno que me hizo reír a carcajadas:
http://manuelalvarezlopez.blogspot.com/2011/06/haz-lo-que-digo-y-no-lo-que-visto.html