Si a mí no me gusta el fútbol. Si me da igual el Mundial o lo que sea. Pero sólo ver la cara que ponían algunos de mis conciudadanos (circunspectos unos, ofendidos otros, incrédulos la mayoría) valía la pena salir a alegrarse un poco por el resultado de un partido que había hechosalir del armario a bastantes. Uno de los problemas que tenemos en Cataluña es que hemos futbolizado la política. Sólo hay que ver el caso extremo de Laporta. Lo más bajo que puede hacer un político es convertir la relación gobierno central/ periferia en una rivalidad futbolera ya que el fútbol es un juego de suma cero (si yo gano, tú pierdes. Si pierdes tú, gano yo) cosa que nunca debería ser la relación Cataluña (ponga Galicia, P. Vasco o hasta Andalucía)- España. Pero al final ha sido el mismo fútbol jugado como un juego de suma no cero entre españoles el que ha propiciado un refuerzo indiscutible de los lazos de afecto comunes y del principio tan menospreciado de proyecto común en el que el esfuerzo de todos acarrea el éxito de todos. ¡Qué no podríamos hacer si aplicásemos este sistema para salir de la crisis!
Por eso resulta tremendamente anacrónico y patético el manifiesto conjunto que 4 presidentes de la Generalitat y del Parlament , siguiendo la línea de presidentes tocados del bolet que hemos sufrido en mi tierra salvando a Tarradellas desde los inefables Companys y Macià, han lanzado llamando a rebato contra un Tribunal Constitucional al que debieron el cargo . "Ja ha quedat clar que el poble de Catalunya rebutja el tracte que ha rebut l’Estatut i, a través d’això, les nostres Institucions i la nostra voluntat popular. La nostra capacitat de decidir. I ha quedat clar que seguirem lluitant pel nostre reconeixement com a Nació, pel respecte i tracte no discriminatori de la nostra llengua i la nostra cultura, per un finançament just, per totes les nostres Institucions, per tot allò que és a la base de la nostra personalitat pròpia. I caldrà tornar-s’hi a posar l’endemà mateix de la manifestació. Amb l’energia que calgui i durant el temps que calgui" dicen las cacatúas morales que creen representar a este "poble català".
Al nivel de mi pollero (hombre encantador por otro lado) que nos dijo ayer que no vería el partido porque sólo lo ve cuando juega el Barça y no "equipos de fuera". Imagino que irá a esa manifestación por la "dignidad" de una Cataluña virtual que tanto hace por la "autoestima" de quien sólo encuentra consuelo en ser una víctima.
2 comentarios:
Érase que se era una nación en la que se prohibió hablar en cualquier persona que no fuera la primera del plural..., lo cual en modo alguno aumentó la pluralidad, sino justamente lo contrario: la aniquiló.
Los nacionalistas, sobre todo los poco ilustrados, a los que se les va la fuerza por la boca - por la sencilla razón de que repiten como loros lo que dicen otros sin entenderlo -, no se cansan de soltarte de la frase del pollero. Sin embargo, a la hora del partido, no hay ni Dios en la calle y los únicos que están fuera de casa son los que van a los bares... a ver el partido de la selección española. Eso sí, luego, los que se quedan en sus casas, no pueden evitar delatarse más o menos públicamente cuando marca España y se oyen los gritos de alegría que profieren en el interior de sus pisos (se oyen fuera, vaya si se oyen...). Son como niños... Eso sí, luego, en frío, en Arenys de Mar, de donde es natural el jugador que dio el pase de gol a Iniesta, Cesc Fàbregas, y donde resido yo, no son capaces ni hacerle un recibimiento público (el padre se ha cabreado muchísimo), aunque sólo fuera como reconocimiento del logro personal del jugador, al margen del equipo con el que lo haya conseguido. Lamentable la mezquindad a que llegan estas ideologías de la virtualidad y el odio.
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