Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

la alegoría del determinismo y la ficción del cambio

miércoles, 6 de febrero de 2008

He retomado un libro que tenia algo apartado: Moral Minds de Marc D. Hauser. Me ha sucedido pocas veces darle otra oportunidad a un libro atravesado y que explosione como la obra repleta de ideas que resulta que siempre fue. Quiero mencionar algo que he leído en ella y que me parece sugerente. Parece que Anthony Burgess envió el manuscrito de The Clockwork Orange a su editor americano y éste le aconsejó suprimir el capítulo final, el 21. Burguess aceptó, entre otros motivos comprensibles por su imperiosa necesidad de obtener dinero. Stanley Kubrik utilizó para su película está edición que sólo vio la luz en EEUU pues el resto del mundo publicó el libro completo.

Marc D. Hauser al igual que hubiéramos sospechado muchos de nosotros pensó que sería debido a la violencia feroz del capítulo final de un relato donde el protagonista se entrega a una locura de destrucción tanto de personas como de normas morales. Pero no era eso. Tal como Burgués resaltó, en el prefacio de una posterior puesta al día de su obra, ocurría otra cosa. En el capítulo 21 Alex se hace mayor, madura, se hartab de la violencia y llega a la conclusión de que toda esa energía brutal y ciega es mejor canalizarla en la creación y no en la destrucción.

¿Fue mejor la versión americana o la del resto del mundo? ¿Se imagina uno a Alex reformado y padre de familia convencional? Hauser opina que no es un final simplón ni patético sino un desenlace adecuado para una gran novela puesto que, como el mismo Burgués advierte, si una obra de ficción falla en mostrar que el cambio es posible simplemente indica que el carácter del hombre está hecho en piedra, es inamovible, no regenerable. Pero ¿sería Alex, una criatura tan destructiva, tan despiadada, tan carente de empatía, alguien con posibilidad de convertirse en su contrario en el capítulo 21? Dice Burgués, y me deja intrigada, que si no se patentiza este cambio “ya no estás en el campo de la novela sino en el de “la alegoría o el de fábula”. La película de Kubrik es una alegoría, ciertamente, pero, esa reforma ¿no es ciencia ficción?

4 comentarios:

Abate Marchena dijo...

Allá donde camina el hombre le sigue su propia sombra.

Ese viejo adagio es difícil de eludir. Pero es posible.

Juan Poz dijo...

Sombra que es lo único que no te pueden robar, según los Masai...

Anónimo dijo...

Pues creo M-P que en una gran parte de nuestras vidas se cumple el capítulo 21. Y además toda vida de ficción y de realidad (¿acaso en determinadas épocas hay diferencia?)mantiene las claves del cambio como los hilos maestros de una trama, los necesita para ser tejida. Sin expectativas de mudar de piel caerímos en un aburrimiento narcisista muy estúpido.
Sí, la vida es más interesante si puede cambiarnos.

Saludos
Eulalia

Anónimo dijo...

LA VIDA ES UN JUEGO QUE NO ESTOY DISPUESTO A PERDERME...