Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

el catrecillo de Procusto

lunes, 6 de octubre de 2008

Una cama o lecho de Procusto es un estándar arbitrario para el que se fuerza una conformidad, y un símbolo de conformismo y uniformización. Procusto ofrecía posada al viajero solitario y lo invitaba a acostarse en una cama de hierro en la que debía encajar quieras que no. Y no se andaba con chiquitas. En el blog de mi amigo Eduardo Robredo tenemos hoy una entrada sobre "La izquierda y la naturaleza humana". No hay desperdicio ni en su post ni en los comentarios que lleva de cola. Uno de sus links remite a otra entrada suya titulada "Todos iguales" en la que comenta una película basada en un relato de Kurt Vonnegutt, 2081. Dice: "Finalmente todos seremos iguales (trailer) presenta una distopía política en la que todos son obligados a ser iguales, parafraseando a Rousseau. Por la vía "constitucional" los fuertes son obligados a llevar pesos en la ropa, los guapos a portar máscaras y los inteligentes a no sacar ventaja de su cerebro superior. El gobierno se convierte así en una instancia suprema contra la selección natural".

Hay muchos motivos para pensar que el desastre de la educación en España también tiene relación con la incapacidad de aceptar que no todos los niños son iguales. Bien, quiero decir que no son iguales "genéticamente" hablando, que socioeconómicamente hablando sí que lo está, de aceptado. Un ejemplo casero, pura anécdota: este mediodía mi prima me ha dicho que a su hija de 12 años, mi sobrina, en unas pruebas de natación de su colegio le quitaron un punto "por ser la más alta". La niña había ganado la competición...con malas artes (naturales). Así que se la penalizó. Y en relación con la cuestión de la asunción de las diferencias socioeconómicas, otra anédota y con el mismo origen. Mi sobrina estaba en la franja alta de las notas de inglés de su curso. Con sus pequeñas orejitas tuvo que oír cómo los profesores afirmaban ante el pleno de la clase que los que habían sacado buenos resultados y estaban en esta sospechosa categoría eran los niños que habían tenido clases extras de inglés o vacaciones en campamentos de verano. Ella no había tenido nada de eso, sólo cabeza, estudio y tesón, cualidades caídas en desgracia y que se aconseja disimular.

No lo está pasando bien y, para consolarla y para que se vaya haciendo a la idea de esa cosa de la naturaleza humana, le voy a contar lo de Procusto, los lechos y el resentimiento del profe resabiado y mediocre.

6 comentarios:

Juan Poz dijo...

Desde dentro de la docencia, el espectáculo es aún más deplorable. El igualitarismo, auspiciado por tirios y troyanos, mata el verdadero conocimiento. Todos los políticos, sin excepción, prometen generaciones de políglotas y sabelotodos. Los pobres zascandiles zorronglones que tenemos por alumnos a duras penas pueden, en Cataluña, acabar con un nivel mínimamente decente en sus dos lenguas propias -¡y que le zurzan, al Estatuto...!-, el castellano y el catalán.
¿Que políticos se atreverán a decirles la verdad a todas esas familias que, en número mayor del que las estadísticas proclaman, ven cómo sus hijos o bien no pueden sacar el título de ESO o bien han de resignarse a que se lo regalen con la condición de que se vaya a la formación profesional de grado medio? ¿Trilingües? Mediomonolingües y a darse con un canto en los dientes...
¡Y Maragall el del guindo hablando de la excelencia!
¿Quién se atreverá a decir que no todos los alumnos tienen la misma capacidad o que sólo un 10% de ellos saldrán con un nivel apropiado de inglés? ¿Quién se atreverá a decir que no, que los niños no son esponjas, sino seres humanos con capacidades muy distintas?
Hoy releía el prólogo de Unamuno a Amor y pedagogía y no se equivocaba lo más mínimo.

Anónimo dijo...

Los niños no son iguales. Pero deben parecerlo. Los que destacan por encima y los que no llegan a la media.

En el sistema educativo estamos todos jugando al "Vamos a hacer como si...":

* Vamos a hacer como si todos los niños tuvieran un CI entre 95 y 105
* Vamos a hacer como si apreder fuera siempre un proceso lúdico y motivador
* Vamos a hacer como si todos los niños fueran investigadores del currículo, y agentes de sus propios descubrimientos
* Vamos a hacer como si ser hombre/mujer o niño/niña fuera idéntico en su esencia
* Vamos a hacer como si nosotros fuéramos maestros motivados y dinámicos, instigadores de aprendizajes, compensadores de necesidades educativas especiales derivadas de discapacidad psíquica o sensorial, atentos a la divesidad cultural y de género, comprometidos con las causas del tercer mundo, las minorías y los desfavorecidos

En algunos territorios se añade otro "como si":

* Vamos a hacer como si los niños no hablaran castellano

Soy la Oriana de otras ocasiones, es que ya no me acuerdo de mi contraseña google y me he reencarnado en la Marcela de Aranjuez, mi otro yo.

Brian dijo...

Estoy bastante de acuerdo con Marcela (o Oriana) ;-) . Lo que no entiendo, amiga Mujer pez, es esta obsesión, venga o no venga a cuenta, por cargarle el muerto de todo a "la izquierda" así, en abstracto. Ya que nos pones un enlace a Wikipedia a propósito de Procusto, sería bueno que le echaras un vistazo a este otro: Hombre de paja

Mujer-Pez dijo...

Nada de hombres de paja, Brian. si hay algo que ha sido responsabilidad de la izquierda en este país es el fracaso de la educación. Porque la ideología que está detrás de la logse es típicamente de izuiqerdas y porque ha sido la izquierda quien ha tenido la oportunidad d eimplementarla.Esto no lo discute ni la gente de izquierda, ya.


Oriana/Marcela: bienvenida. Este nombre le sienta estupendamente, también :-)

desgraciat dijo...

Efectivamente, como dice Brian, es un argumentum ad logicam (y a parte un non-sequitur).

Lo de quitarle un punto a la niña tiene lógica y es que el ser alto proporciona una ventaja de partida a la persona en cuestión, y por eso se le resta un punto, puesto que lo que estamos midiendo son la habilidades del individuo y no sus características físicas. Si quisiéramos medir quien es el más alto no es necesario ir a nadar para descubrirlo. La cuestión es que esto no se hace con el objetivo de eliminar la diferencia, sino con el objetivo que la competición sea justa.

En cuanto a lo de adaptarse a un patrón estándar, tampoco tiene que ver con el creer o querer que todos seamos iguales. Es puramente y simplemente una cuestión de eficiencia económica. El estado no puede ofrecer una educación personalizada a cada individuo, por la sencilla razón que el coste sería prohibitivo. En consecuencia, la educación pública se hace de forma colectiva y eso obliga a apuntar a un patrón o patrones estándar. El sector privado no tiene esa limitación, y si alguien está dispuesto a pagar el precio puede encontrar alguien que le proporcione una educación adaptada específicamente a su persona.

unnombrealazar dijo...

Quitarle un punto a la niña por natación tiene sentido... relativo. Se supone que el profesor quiere medir únicamente 'capacidad aprendida para la natación' y que el rendimiento en una prueba de natación es una suma de 'capacidad aprendida' más 'capacidad innata' (en ésta segunda entraría la altura). Tiene sentido detraer la 'capacidad innata', siempre y cuando uno pudiera medir correctamente la capacidad biológica y saber cómo se relaciona exactamente con el rendimiento. Dicho de otro modo, ¿por qué restar un punto y no dos o tres o medio? ¿A los bajos se les suma? ¿Se ha medido la amplitud de la mano? ¿Se suman y quitan puntos según la fuerza?

Y, más importante, en todo lo que uno pueda imaginar el rendimiento será un combinado de capacidad innata y aprendida. Hay chavales más listos por que otros. Padres más brillantes tienen, en general, hijos más brillantes. Y no sólo porque tengan más libros en casa, conversaciones más sesudas o los lleven a mejores colegios. También, y quizás más importantemente, porque les pasan genes que llevan a una mayor inteligencia. Entonces, ¿también vamos a bajar puntos a un examen de matemáticas según lo listos que sean los niños?