Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

Robert Redeker y su desagradable experiencia del sábado

lunes, 22 de septiembre de 2008

Robert Redeker es un profesor de filosofía francés que vive bajo la amenaza de una fatwa a causa de un artículo sobre el Islam que publicó en Le Figaró . A partir de este momento no ha vivido más que humillaciones y marginación por no atenerse a lo que se considera políticamente correcto: el guante de seda con el Islam. Ciutadans de Catalunya en octubre del 2007 quiso aliviar la situación de quien ya considera un amigo siendo la primera entidad española en invitarle y este verano lo volvimos a hacer en nuestro curso, Democracia versus Teocracia, en la Universidad Rey Juan Carlos, en Aranjuez. Robert Redeker acudió este sábado a Paris a la sede de una editorial. Animó a sus escoltas para que marchasen a comer ya que se sentía seguro dentro del local con sus empleados. De repente entró un recadero con un paquete. Un joven magrebí. Se le quedó mirando y le dijo "Usted es Robert Redeker, le reconozco". Y a partir de aquí se desarrollaron unos tensos minutos, casi 15, en los que Robert Redeker fue violentado físicamente y de palabra por un francesito que le perdonó una vida ("yo no voy a matarle pero si otros lo hacen...")que, en su opinión, merecía perder. A todo eso expresando a gritos sus indocumentada conjeturas sobre un Holocausto causado por Hitler, un cristiano, y su negación de que existiera algo como un Islam moderado ya que, según él, un musulmán es un musulmán y punto. Hasta que el individuo tuvo a bien marcharse nuestro amigo no pudo llamar a sus escoltas (ignoro qué hizo el personal de la editorial hasta entonces) que, al saber lo sucedido, le llevaron a toda prisa de vuelta a casa y sin poder terminar sus gestiones.

Espero que a este incidente se le dé la máxima difusión con la esperanza, quizá ingenua, de que nos hagamos un poco más conscientes de lo que significa dar acogida a la irracionalidad en una sociedad como la nuestra que parecía bastante libre de infecciones ideológicas después de la caida del muro de Berlin.

3 comentarios:

Eduardo Zugasti dijo...

Tenemos una especie de absolutismo posmoderno a la vuelta de la esquina. Por ahí -y no sólo los musulmanes- ya están defendiendo sin rubor el derecho divino como algo independiente de las personas. Llevaban años disimulando, pero ahora todos los días caen mas máscaras.

Oriana dijo...

Una de las ventajas de haber alcanzado un cierto desarrollo económico con 25 de años de retraso con respecto a Europa es contemplar estos fogonazos de futuro.

En las décadas de 1960 a 1990 se repartió alegremente la ciudadanía francesa, británica, belga, holandesa....a los señores papás y abuelos del joven recadero. Sin pedirles a cambio el compromiso con los valores que habían levantado a este rabo de Asia a unos niveles de libertad y progreso inalcanzables en sus naciones de origen. Peor aún, desarrollando unas políticas sociales de la "diferencia" que han creado la base para que el repartidor musulmán se crea con potestad para agredir física y verbalmente a un profesor de filosofía.

Servidora oyó en el curso académico1984-85, asignatura de Antropología General, aulas de la Universidad de Valencia, que la ablación del clítoris era una opción cultural. Que qué autoridad teníamos para decirles a los padres africanos que no mutilaran a sus hijas. Con las maldades que Occidente había cometido en Africa.

No conseguiremos nada mientras no nos desembaracemos de los tres mitos que nos atenazan: el del paraiso perdido, el del buen salvaje y el del pecado original.

Por cierto, el chico tiene razón: un musulmán es un musulmán y punto.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Robredo:

Si el derecho divino es, como cualquier otro, una creación humana, no veo de qué manera podrá ser "independiente de las personas" en mayor medida.