Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

En la inauguración de Isabel de Pedro

viernes, 11 de julio de 2014

El día del debate en TV3 llevaba un vestido de Isabel de Pedro.




En las redes sociales los independentistas me pusieron a caer de un burro también por la indumentaria.  Ahí no se veía bien, pero es un vestido muy bonito. No debe estar hecha la miel para la boca de los asnos. Digo.

Aquí abajo se ve mejor.





Ayer estuve en la inauguración de su nueva tienda en el antiguo local de la galería Joan Prats, precioso espacio diseñado por Josep Lluís Sert. Busqué a la diseñadora, una vasca altísima y elegante, y le comenté lo del debate y su vestido. Naturalmente, estaba al corriente. Me dijo que diseñaba para "mujeres malas". Esa soy yo, me apunté. Y luego vino lo bueno. Me presentó a una alegre pareja sobre la cuarentena. Él con modernas gafas coloreadas, zapatillas deportivas very fashion y con pinta (para mi limitada mundanidad) de sociata.

¡A quién fue a presentarle! El hombre musitó algo y experimentó de repente la irresistible necesidad de abrocharse los cordones de su calzado. Vamos, prácticamente se tiró al suelo. No sé si fue inocencia o malicia pícara por parte de la anfitriona, pero la palabra "Upyd" causa esos efectos en un ambiente de "cultureta" y moda en tierra identitaria. En la suya debe ser más o menos igual.

Esto es Barcelona 2014. Quién lo hubiera dicho. Recuerdo esta primavera en la fiesta de El Mundo del día de San Jordi, un poco antes de la campaña. Nos llevó Rosa Díez y parecíamos un rompehielos en el Ártico. La masa se abría a nuestro paso como cortadita con un cuchillo atómico. Muchas miradas se superioridad con el rabillo del ojo. Las Pilares Eyre, las Pasamontes…Ninguna independentista, imagino; pero agraciadas con esa altura moral de los que no están "ni con unos ni con otros". Esa que nos ha llevado a tener que enfrentarnos con el otoño repulsivo que está tan cerca.

En fin, que iba con mi prima (ex convengente y ahora firme y convencida aliada) y al poco abandonamos el lugar con muy buen criterio. Poca vida social nos esperaba allí.

¡Patria del meu coooooor!


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