Desde la meseta, los “madriles”, o las tertulias de Intereconomía, parece haber cuajado la idea de que el catalán es raro, exaltado, influenciable y con tendencia a pensar que hay un complot (de momento, español. Si siguen tocando las narices ciertas publicaciones, lo va a extender hasta donde haga falta) contra él para arrebatarle poco menos que su alma. ¡Pues mira que esos! Yo digo que no, que todos tenemos el botoncito de la locura. Sólo hay que saber buscarlo. No lo digo por defender a los míos, sólo por avisarles. Y cuando se le encuentra el rédito político, es irresistible.
La superstición, la ignorancia, el fanatismo o la alienación están ahí esperando quien lo active. Pero no vamos a pagarlo con el dinero público. Hay que tratar de impedirlo. No es tan difícil. Muchas veces basta con exigir que se cumpla la Ley.
2 comentarios:
¿Y no hubiera sido más efectiva una denuncia oficial por malversación de fondos publicos? La subdelegación del Gobierno no pasa de ser otro más de esos "floreros" del entramado político que no sirven más que para malgastar fondos públicos. Cuando se acepta que las autonomías "son" el Estado, ¿qué diablos pinta esa "policía política" estética?
La subdelegación del gobierno....No me hables que es una vergüenza....
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