Cuando estudiaba Antropología, uno de mis catedráticos, Claudi Esteva, cuando en México, lugar donde solía llevar a acabo algunos de sus estudios, alguien le daba el coñazo con el tópico victimista de la crueldad de la conquista de "sus" antepasados le respondía aviesa y certeramente "los míos no, caballero: los suyos, los suyos".
Pues esto mismo se le podría responder al hiperlistillo de Héctor López Bofill cuando acusa a Albert Rivera de ser "un sucesor de aquellos que el dictador envió para españolizar Cataluña y continuar con la tarea asimilacionista". ¡Qué lo diga un López!
3 comentarios:
Querida Mujer-Pez:
"Sucesor" no es lo mismo que "descendiente". Mientras este último siempre es, al menos conceptuelmente, de la misma sangre que aquél de quien desciende, el sucesor puede ser cualquiera, incluso puede no ser persona física sino jurídica.
Dicho esto, estoy de acuerdo contigo en que el llamado López Bofill (¿buen hijo?) tiene un discurso tan racista como el de Hitler: la "derrota de Cataluña a partir de 1939" presupone que no había catalanes entre los vencedores ni españoles entre los vencidos; los catalanes eran un pueblo derrotado, como el deutsche Volk en el ideario nazi (imaginari, diría LB) después de la Gran Guerra...
Bien es cierto que después le arrima estopa a varios catalanes (Rivera, Herrera, Chacón, Soriano y Serra), uno solo de los cuales tiene apellido estrictamente catalán: los demás son charnegos. Pero son malos catalanes. De ahí a ser considerados judíos median pocos pasos; teniendo en cuenta la dificultad de reconocernos a simple vista, qizá los "españoles" que pasemos por Cataluña tengamos que llevar alguna día un toro de Osborne amarillo cosido en la solapa...
Ya le he leído la misma anécdota unas cuantas veces.
Un saludo.
¿Ah, sí, aleatorio? Ya no sé lo que escribo aquí ni lo que digo allá. versión pescado del abuelo Cebolleta. Usted disculpe.
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