hay que cambiar de modelo (mental)

“El Gobierno vincula la educación diferenciada con la violencia de género”
. La socialdemocracia se destaca por vincular las cosas como mejor le peta. ¿Tiene el delegado del Gobierno para la Violencia de Género pruebas de que esto sea así? ¿Sabe si en los países nórdicos, con experiencia de años en educación conjunta, la violencia “de género” es inferior a la española? Parece que no es así . Pero sin preocuparse por la correspondencia con la realidad de sus aseveraciones afirma que “ la segregación de alumnos en los colegios "impide la identificación con los valores" de las personas del otro sexo y crea "muros entre hombres y mujeres".” Todo esto indica que el debate que ya está abierto en muchos países sobre la conveniencia de separar a los alumnos por sexos por lo menos en algunas etapas y materias será de difícil valoración o consenso en el nuestro. Y eso, a pesar del preocupante bajo desempeño y del fracaso de los alumnos en genral y, en especial, de los niños. "Tenemos un problema muy serio con los chicos" , dice Antonio Matamala director de Bachillerato del colegio Liceo Europeo de Madrid. Y, seguramente, aunque quede poco políticamente correcto mencionarlo, es posible que sea más grave socialmente una generación de chicos frustrados que de chicas frustradas: los machos sin status ni autovaloración son los causantes de gran parte de la violencia en todas las sociedades. Y, si su esfera de responsabilidad política es la “violencia de género” que se preocupe dos veces. Un hombre que no se cree fuerte tiende a desconfiar de la fidelidad de la pareja. Es un fenómeno universal. No lo perdamos de vista porque, en el mismo artículo se preguntan: “¿Vamos a un modelo de pareja común en la que el varón es manifiestamente más iletrado que la mujer? Porque en la educación, el sexo débil es claramente el masculino.”

Posiblemente la distinta maduración de niños y niñas, la necesidad de destacar en un grupo de machitos y las tormentas hormonales d e la adolescencia perjudiquen la convivencia de niños y niñas en las aulas en determinados momentos de la vida. Y también una educación diferenciada ayudaría a superar ciertos inconvenientes que antes se consideraban fruto de estereotipos y de perpetuación de roles y que ya no se consideran así desde la ciencia: como el poco interés y desempeño de las niñas en materias técnicas o las matemáticas, muy vinculadas a la testosterona en el cerebro fetal ya que “las chicas continúan estando más retrasadas en las asignaturas de matemáticas y física y que, por lo mismo, siguen mostrándose reticentes ante las carreras científico-técnicas.”