Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

Mi artículo sobre secesionismo en Leer

miércoles, 10 de septiembre de 2014



"El hecho de que la cola­bo­ra­ción humana a gran escala se cons­truya sobre mate­ria­les ances­tra­les de sen­tido feroz­mente con­tra­rio y que evo­lu­cio­na­ron cuando el mundo era muy pequeño hace que las ten­ta­cio­nes de regre­sar a esta­dios pri­mi­ti­vos poten­cial­mente leta­les sean más o menos per­ma­nen­tes. Efec­ti­va­mente, existe una lógica terri­ble que nos dice que el cos­mo­po­li­tismo librará una eterna lucha con­tra el etni­cismo por­que nunca podrá con­tra­rres­tar las ven­ta­jas inme­dia­tas y tan­gi­bles de favo­re­cer a quie­nes se pare­cen más a noso­tros. No hay que olvi­darlo jamás y debe­ría for­mar parte inex­cu­sa­ble de la edu­ca­ción de los jóvenes."

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