"Las falacias sobre la percepción del riesgo distorsionan las políticas públicas. Se ha invertido dinero y se han creado leyes para impedir que se utilicen aditivos en los alimentos y en eliminar los residuos químicos en el agua que bebemos aunque esto cause riesgos infinitesimales a la salud pública, mientras que leyes que salvan al vida de forma demostrable, como la reducción de la velocidad en las carreteras, encuentran la oposición del público. A veces unos accidentes que reciben gran publicidad se vuelven alegorías proféticas, muestras monstruosas de peligros apocalípticos. El accidente de la planta nuclear de la Three Mile Island de 1979 no mató a nadie y probablemente no haya tenido efecto en las cifras de cáncer, pero detuvo el desarrolo de la energía nuclear en EEUU y de esta forma contribuyó al futuro calentamiento global debido a la quema de derivados del petróleo."
Esto es algo que deberían tener en cuenta los políticos. Aunque (por cierto) este párrafo y lo que denuncia tal vez pueda aplicarse a otra predicción cada vez más discutida y que menciona de paso.
7 comentarios:
Efectivamente, lo que realmente mata y lo que nos preocupa no siempre es lo mismo. Hay riesgos que asumimos y otros que nos espantan terriblemente, aun cuando el riesgo real sea ínfimo.
Pero también es verdad que hay riesgos de los que es más difícil prescindir (la circulación de automóviles) que otros (la energía nuclear o determinados aditivos).
¡¡¡Así somos!!!
¿Estudian los antropólogos por qué la mayor parte de la gente se rige por el principio "Si no lo creo, no lo veo?
No especialmente, que yo sepa, Gru. Pero sí por parte de los neurocientíficos, por ejemplo. Es la forma en que funciona el cerebro, por otra parte.
Esto decía un catedrático en aquellos días: http://manuelalvarezlopez.blogspot.com/2011/04/antonio-ruiz-de-elvira-sobre-el.html
Tremendo, Manuel
Tremendo que este tío sea catedrático de física. Aunque hay algunos ejemplos más, lamentablemente.
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