Emocionante cuando dice cosas como esta: "Ladies and gentlemen, twenty years have passed since we were given this incredible gift of freedom" y esclarecedora cuando asegura que " A nuclear bomb in the hands of an Iranian President who denies the Holocaust, threatens Israel and denies Israel the right to exist, is not acceptable!"
No se pierdan su discurso ante el Congreso de EEUU el pasado dia 3 de noviembre.
8 comentarios:
Desde luego. Lamento que en España no se hayan hecho actos, exposiciones, muestras de cine, fiestas en discotecas, conferencias... nada con motivo del acontecimiento. Como si nosotros no tuviésemos nada que ver con ello ni nos afectasen esas cosas. Qué paletada.
Pocas cosas más paletas hay que emocionarse con un discurso
Una de ellas es, Por ejemplo, y sin ir más lejos, decir que pocas cosas más paletas hay que emocionarse con un discurso.
Cuestión de opiniones, ¿no? No le voy a pegar su paleto comentario para ridiculizarlo. Pero le recomiendo emocionarse con arte o con ciencia, si puede. Si le gusta que le manipuleny le venda nmotos, está usted en su perfecto derecho a emocionarse con lo que le pete.
Yo comprendo que un discurso en el que un político (además en el gobierno) suelte una verdad (aunque sólo sea una) pueda llegar a ser algo emocionante, por lo insólito.
Un discurso puede ser una obra de arte. No deja de ser literatura y la buena literatura emociona.
las "cuestiones de opiniones" (también conocidas como "controversias") se resuelven argumentando, no recomendando. No es la forma (discurso, égloga, o copla andaluza, por ejemplo) lo que emociona, sino lo que el discurso (égloga,... etcétera) dice. Hombre, reconozco que la forma ayuda, no es lo mismo un soneto de Shakespeare que el Porompompero. Dicen los maestros del periodismo que los artículos de prensa son ejemplos de escritura que no debe emocionar sino explicar, que el periodismo conviene que se haga en frío. Sin embargo, D. Anónimo podría leer un artículo como el "J'accuse" para ver un ejemplo de contenido capaz de emocionar.
Gracias, Inigo, por su unamuniano amor a la pedagogía. A mí me pilla ya muy mayor...
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