Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

Barrer para la Casa (Gran)

miércoles, 16 de enero de 2013





Es muy interesante el post que ha colgado mi amigo Eduardo. La relación entre consanguinidad y democracia. Un estudio que cita asegura que la consanguinidad predice el grado de democracia en una sociedad. Lo que explica es muy potente:



Los datos sugieren que allí donde las redes de parentesco consanguineas son numéricamente predominantes y han sido hechas para construir un estado común, es improbable que la democracia se desarrolle. Una posible explicación para este hallazgo incluye la idea de que el flujo genético restringido desde los matrimonios consanguineos facilita un colectivismo rígido que es hostil al individualismo y el reconocimiento de los derechos individuales, que son elementos clave del ethos democrático. Además, altos niveles de similitud genética dentro del grupo podrían desincentivar la cooperación entre grupos de parentesco grandes que comparten la misma nación, inhibiendo la democracia. Finalmente, la similitud genética que surgen de la consanguinidad podría facilitar la depredación de recursos por los miembros de las redes familiares de la élite como una forma de conducta basada en la eficacia inclusiva"(nepotista, aclaro yo).  

En estos días que tanto hemos sabido de la actividad depredadora de la familia más emblemática y representativa de Cataluña, esta idea y estos estudios nos iluminan particularmente. No porque en Cataluña seamos únicos en crear redes clientelares, incluso familiares de “extracción de rentas" que dice Acemoglou. En Andalucía, sin necesidad de nacionalismo independentista, lo han hecho estupendamente. Y muchos son los casos de familias de la política del resto de España que supuestamente han prosperado al calor del dinero público. Pero en Cataluña es distinto porque unas élites armadas con una ideología inclusiva, al disponer durante años del monopolio de los medios de comunicación y de una escuela y universidad doctrinarias, han conseguido convencer a amplias capas de la población que aquello que los libros de Historia, de Sociología, de Ética habían dejado establecido que era nefasto para una sociedad próspera y libre, esto es, fundamentar las relaciones sociales y el sujeto político en un "pueblo" como depositario de una cultura y de una historia asociadas a una…etnia,  era en realidad progresista. Estas reflexiones aún hacen más asombroso que el mito excluyente haya sido abrazado tanto por grupos de izquierda radical como, ahora,  las Cup, como por unos socialistas más modernos que nadie que se atreven a hablar de "federalismo plurinacional" o directamente de federalismo con diferencias.  El tema es más complejo que esto, desde luego, pues los intereses económicos y de poder han jugado mucho.

El nacionalismo es una forma ampliada del nepotismo. Que no se quiera ver ni siquiera por la intelligentzia catalana sólo se explica por una mezcla letal de autocomplacencia, oportunismo y esa  cobardía que, según parece, decía Pla que era propia de los catalanes, aunque yo no creo en la idiosincrasia inmutable catalana, ni siquiera en esto.



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