Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

el cuerpo femenino y la banalidad de los sexos.

viernes, 1 de agosto de 2008

Arcadi Espada, en su artículo de hoy en El Mundo, habla de una característica femenina muy particular: el curioso interés incluso erótico que tenemos las mujeres cuando contemplamos el cuerpo de otra. Aunque se ha venido insistiendo reiteradamente en que la sexualidad de la mujer es igual a la del hombre, no se ha prestado suficiente atención a hechos que siempre han estado delante de las narices de cualquiera. Es una evidencia flagrante que las portadas de las revista para hombres siempre muestran a una mujer hermosa, a su sexo opuesto. Esto no ocurre con las revistas para mujeres cuyas portadas muestran… a una mujer hermosa. ¿Y eso por qué? Las mujeres tienen mayor interés en contemplar individuos bellos de su mismo sexo en las revistas que ellos. Nancy Etcoff en su ameno libro Survival of the prettiest le dedica mucha atención a este asunto tan intrigante.

Arcadi en su artículo menciona el trabajo de la Dra. Meredith Chivers comentado en un número de The New York Times del pasado 12 de junio. Chivers es una psicóloga clínica actualmente trabajando en el Clarke Institute, centro que disfruta de una considerable mala fama entre determinados colectivos porque ofrece terapias para “curar” a gays o a lesbianas que deseen algo parecido a volver a su “rol” sexual “normal”. Chivers descubrió, a partir de un estudio en el que se visionaban videos eróticos, que las mujeres, fueran lesbianas o corrientes, tendían a mostrarse más excitadas cuando aparecían mujeres. A pesar de que consideró este resultado “contraintuitivo”, no le pareció conveniente sacar conclusiones determinantes sobre una supuesta bisexualidad natural en la mujer. Lo que admite como máximo, que ya es mucho para una discípula de J. Michael Bailey, el autor de The Man Who Would Be Queen: The Science of Gender-Bending and Transsexualism que estos mismos colectivos consideran el libro más difamatorio sobre gender variance (o “géneros alternativos”, como podría traducirse esa denominación) que se haya escrito nunca, es un mayor potencial para la bisexualidad en la mujer que en el hombre.

Pero esta no es la única teoría. Desde el darvinismo, desde la psicología evolutiva se conjetura con que las mujeres estén más interesadas en valorar la competencia entre ellas que las posibilidades de sexo indiscriminado. Lo contrario que le sugeriría de manera automática a un varón la imagen de una mujer en una portada. Y eso sería así incluso con la pornografía. Hace tiempo que los investigadores se interrogan sobre por qué las mujeres tienden a mirar más a las chicas que a los chicos. La conclusión es que unas se fijan en qué hacen otras, cómo es su cuerpo; se ponen en su lugar. Donald Symons en su libro seminal The Evolution of Human Sexuality piensa que el motivo más recóndito sería “aprender” de la experiencia sexual de otras. Las mujeres desean aprender cómo ser las mejores porque las hembras de la mayoría de las especies favorecen una relación de calidad antes que la búsqueda de oportunidades indiscriminadas de intercambio sexual. Por ello se identifican y se excitan más empatizando con las más sexys y atractivas. Ellas también quieren ser las mejores... para quedarse con el mejor.