Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

cuaderno íntimo (confesiones algo lloricas)

sábado, 22 de septiembre de 2007

El divorcio es una característica de nuestra sociedad y su consecuencia es la proliferación de hogares con padrastros, madrastras y nuevos hermanos. En muchos casos, esas nuevas familias se desenvuelven perfectamente y dan a todos los niños que viven en ellas un amor y un amparo que no tiene nada que envidiar al de una familia tradicional. ¿Pero son alternativas reales o sólo sustitutos que meramente hacen lo que pueden para seguir adelante con los pedazos de algo que se rompió? La caída en el aprecio que se tiene actualmente por el matrimonio monógamo que se mantiene en el tiempo ha hecho emerger otras valoraciones. Muchas veces se quieren ver elementos positivos y supuestamente progresistas en los “otros tipos de familia” y poner en relieve aspectos novedosos como que los niños de hogares separados tienen dos padres distintos a los que acudir o que son experiencias valiosas de contacto con un entorno social más complejo y menos tradicional. Casi es anatema ponerle peros a tan optimista visión. Pero ya han pasado varios años y se sabe mucho más del papel de la familia tradicional y de su posible papel como puntal básico de la sociedad . Antes de dar algo por desmantelado, hay que estudiar muy bien si las predicciones desenfadadas sobre la igual viabilidad de “todo tipo de familias” se sustenta con datos reales. Muchos psicólogos evolucionistas se muestran algo escépticos. Martin Daly y Margo Wilson llegan a decir que esto son “tonterías insustanciales” producto de una “psicología ingenua” relacionada con la fracasada “teoría de los roles” que niega la naturaleza del hombre y afirma que venimos al mundo como una “tabula rasa”. Como hemos dicho antes, según las teorías que se impusieron en la mayoría de las disciplinas humanistas durante buena parte de los 40 decenios centrales del sXX, ser padre o madre sería tan un rol como ser padrastro o madrastra . En realidad, el concepto de rol ha tenido cierta utilidad en el estudio del aprendizaje social pero es, en palabras de Daly y Wilson, “una metáfora limitada”, entre otras cosas porque las preocupaciones humanas están ausentes de las explicaciones que dan los expertos de la teoría de los roles sobre la actividad humana. Hay unos aspectos internos de motivación que no pueden satisfacerse con ninguna teoría de roles. Un padrastro puede asumir el rol de padre pero muy fácilmente se enfrontará a deseos contradictorios que no están en el guión. Daly y Wilson dicen algo terrible, evidente por lo elemental, dolorosamente ilustrativo. Que cuando este “rol” fracasa se le echa la culpa a todo “excepto a la temida posibilidad de que el amor no pueda simplemente ser deseado”. La verdadera cuestión es que no podemos despreciar la posibilidad de que muchos padrastros y madrastras estuvieran mejor sin tener que vivir con esos niños de otro. Con esos niños de otro que vienen en el mismo paquete y que hay que asumir.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante, aunque lamentablemente no he entendido nada de nada. ¿Qué tiene que ver el amor o la falta de amor con la ciencia y la tabula rasa? Lo que resulta curioso es como se puede defender la família tradicional y al mismo tiempo pretender que el nacionalismo es maligno, cuando es obvio que las tribus, los países y las naciones no son más que la expansión cancerosa de la unidad familiar.

Anónimo dijo...

Bueno, quizá aunque hubieras conocido la teoría no habrías querido creer que iba contigo... Es muy infrecuente tener la lucidez de darse cuenta de que uno no es especial y también se le aplica la norma. Claro que en esta "confesión" demuestras precisamente ese tipo de lucidez, aunque sea en retrospectiva.

Quizá te hubiera ayudado más aún conocer lo que cuenta Judith Rich Harris en "El mito de la educación" sobre las familias monoparentales: las únicas en las que los hijos no parecen tener problemas especiales son las de las viudas que no se vuelven a casar (aquí hablé de este libro; probablemente lo conozcas)

Algo que se me ocurre leyendo tu texto es que los problemas tienen siempre dos dimensiones: una, el propio problema, y otra, las opiniones y conceptos que tenemos sobre el problema. Si son equivocadas, si por ejemplo pensamos que no hay tal problema, esa opinión es en sí un problema (un metaproblema). Me ha llamado la atención que aquí señalas precisamente a esa dimensión "meta": las creencias políticamente correctas sobre la familia son un metaproblema añadido a los que inevitablemente existen en cualquier familia.

Un saludo

Anónimo dijo...

Para el chico subliminal: sí, está claro que no has entendido nada.
Y en cuanto al nacionalismo: si la nación es como dices es una extensión *cancerosa* de la unidad familiar, es evidente como se puede estar a favor de la segunda y en contra de la primera. Yo estoy a favor de los pulmones y en contra del cáncer de pulmón.

Cvalda dijo...

Querida Mujer-Pez.

Lo ha clavado con lo de "Cary Grant".

Sí señora.

Un abrazo,

cV.

Anónimo dijo...

Yo también tengo una anécdota familiar sobre el asunto, pero nunca me había parado a pensar en su posible relación con aspectos evolutivos y de la naturaleza humana: mi abuela, viuda de rojo y madre de una niña de 6 años (mi madre), se casó en 1942 con el hombre que le pareció más "adecuado" como padre para su hija. Lo hizo, al margen del mayor o menor amor que sintiera por él, para dar la cobertura sociopolítica adecuada a aquella niña huérfana, para que se criara en el ambiente "correcto". Creció llamándole "papá". Tampoco sé lo que falló, pero no pudo ser el padre que se esperaba. Posiblemente él lo intentó de corazón, pero fue imposible, y a la larga, como usted dice, la cicatriz en mi madre se hizo más dolorosa. Tuvo que "reprogramarse" y reaprender a llamar "papá" al muerto en 1936. Al que, en definitiva, tanto se parece en las fotos.

Anónimo dijo...

pseudópodo , el libro de Rich Harris es uno d elos libros más importantes que he leído nunca. Hay otro más reciente, también muy interesante. Pero el primero fue un hito.

Oriana: sí, parece un caso similar. Reaprender a llamar "papá"
al muerto implica muchos sentimietso contradictorios y todos dolorosos.

Saludso
M-P

Unknown dijo...

Nada llorica la veo, señora pez. Nos ofrece sensatez y evolucionismo contra ciertos tópicos.

Lo del chico subliminal sobre la familia y el nacionalismo es de nota (NM, claro).

Anónimo dijo...

YO tampoco entendido nada de nada pero no habría tenido ningún problema en fundar familia con Cary Grant. Me parece muy dura esta etiqueta "niños de otro", pero hay esperanza. No ha visto "The Sound of Music"? Christopher Plummer también estaba muy bueno.

my blue eye dijo...

Un niño necesita amor, pero sobre todo necesita que le traten bien y eso también lo puede hacer un padrastro. Y, de hecho, algunos lo hacen bastante bien. Estoy de acuerdo en que no se puede sustituir a un padre por un padrastro, y en que en la mayor parte de los casos esto no sale bien (normalmente porque depositamos expectativas amorosas demasiado grandes en los demás), pero no entiendo en qué sentido esto debilita un segundo matrimonio, si lo que debemos exigir, en todo caso, es sentido común y sensatez a los individuos. Mi madre cometió quizá el mismo error que usted, pero lo que ha quedado es una amable disposición a ayudarnos y una sincera preocupación por el otro.

Me parece ridícula la moda de las "familias de todo tipo", pero también me suena falsa la defensa cerrada de la familia tradicional.

Tineo dijo...

El tema que hoy comentas mujer-pez es uno de los temas que, aunque se utiliza con el la táctica de avestruz, es uno de los problemas centrales de nuestra sociedad.
La familia con institución ha sido dinamitada por la nueva situación relacional (vaya palabro) de la pareja, en una familia, como en cualquier institución social hay roles, en la empresa un abogado hace de abogado, un economista de economista, etc….
En la familia, con mas o menos acierto, los roles se repartían entre los mimos de la madre y la autoridad del padre (estoy simplificando). Hoy eso está roto, la madre conserva su rol (si quiere) es un rol que viene dado por su condición biológica, ella es la que le proporciona comida al bebé (amamanta) y posteriormente se encarga, como de corrido, de mantener el cuidado de los hijos.
Aquí el que ha palmao es el padre ¿Qué función tiene en la educación de los hijos?
Ya, ya me dirán que el tema es que tiene que implicarse al 50%, pero el que me diga esto es que no tiene hijos. Desde mi plataforma de director de la escuela de formación de padres del colegio de mi hijo, puedo asegurar que son las madres en un 90% las que acuden a los actos que se programan y los papas cuando van, van de acompañantes, hay un porcentaje totalmente despreciable de papás que van solos a reuniones que tengan que ver con sus hijos.
Por eso ha sido tan fácil, por parte de la administración educativa, absorber los temas de ecuación que deberían estar presentes en el ámbito familiar preferentemente. Ellas no llegan ellos pasan.
El problema se agudiza más si cabe cuando la familia tiene otra estructura. ¿A que actividad extraescolar se le apunta al niño? Debe ser negociado claro. Y los campamentos? Parecen nimiedades, pero suponen un problema para la convivencia. En esos momentos que papel debe representar el padrastro?

Tineo dijo...

Ahora voy al otro tema
Es relevante la influencia (que no aptitud) de los padres en la personalidad de los hijos?
Pues si vemos los anuncios de fomento de la lectura que nos ponen a diario, tendríamos que decir que SI, que es fundamental. Los anuncios nos enseñan unos niños miméticos a sus padres, si no es así ¿pa que coño se gastan una pasta en eso?.
Bromas aparte, o no, lo que si es irrelevante es la influencia del profesorado en el desarrollo emocional y en el carácter del niño y, a pesar de eso, se empeñan por activa y por pasiva en abordar asuntos relacionados con dicho desarrollo.
Desde hace décadas se han ido implementando en los colegios las asignaturas llamadas transversales (educación vial, educación para la paz, educación sexual y un largo etc, siempre han sido de muy limitado recorrido, aun así lo siguen intentando: esta vez directamente y sin anestesia (EpC).
Dejando ya la limitadísima influencia de los profesores, vamos a las siguientes influencias que tienen los niños: sus compañeros y su entorno familiar.
Como ocurre en todas las actividades diarias, nosotros proyectamos nuestros deseos en nuestras acciones y en el caso de nuestros hijos, como no puede ser de otra manera, nosotros decidimos por ellos, osea ellos “padecen” nuestros deseos.
Por eso existe el abismo generacional (sigo simplificando eh?), nosotros le hablamos a nuestro deseo ellos a su expectativa de ¿consumo?. La comunicación que se establece es una comunicación vertical y los padres deben asumirlo así, sino se cae en un sinsentido.
La comunicación que funciona en cambio, a todos incluidos nosotros, es la horizontal, ellos serán lo que sea el grupo de iguales con el que convivan, entre todos los compañeros de colegio y amigos conformarán un grupo con sus características y su personalidad y de ese grupo nuestro hijo sacará sus actitudes frente a la vida.

Mujer-Pez dijo...

Tineo: puede escribirme a mujerpezarrobagmail.com?
gracias
M-P

Anónimo dijo...

Claro que no es una ley de la naturaleza el que un varón no pueda hacerse buen cargo de los hijos de su nueva esposa. Tiene que haber hasta casos heroicos. Estoy segura.
Pero algo que tiene que ver con el instinto nos dice que no es un asunto fácil. Y no por culpa del varón, ni por culpa del concepto de familia, ni por la actitud de los hijos. Todo el mundo puede intentarlo de buena fe y salir un fiasco de la empresa.

Lo que voy a decir no se lleva, no es racional, ni tengo una teoría que lo sustente, pero formularlo así se acerca más a lo vivido: los hijos duelen de una manera que hacen listo al padre/madre más tonto, de manera que lo que se cuida del hijo no es sólo la higiene, la alimentación o el aprendizaje. De hecho cuando los padres son meros y estrictos expendedores de cuidados como si fueran especialistas administrativos, surgen también problemas de desafecto en los hijos.
La anticipación a la necesidad construye una casa mullida en la que los posibles golpes y dificultades no hacen sangre ni abren brechas, sino certezas de abrigo y consuelo. Saberse anticipar y mullir el terreno. Esto puede recordarse de la infancia de cada cual, cuando se ha tenido la suerte de vivirlo.
También se descubre al tener hijos. Desconozco si es una hormona o una terminación nerviosa o en plan más cursi, capacidad de entrega. Hay gente que lo tiene y otra gente que no. Yo lo descubrí cuando fui madre. Mi marido también. Entre personas sin hijos que han sido parejas mías, no lo he encontrado. Y otros que sí tenían hijos, les dolían los suyos, no el mío.

Anónimo dijo...

Leonor escribir desde el sentimiento tiene el valor de lo auténtico, hay que apreciarlo.
me identifico contigo.