La vida. Con toda crudeza, con total "nonchalance". Aquí no se despeina nadie. Y menos cuando esas oportunas noticias van a mantener al personal clavado en su silla, tenedor y croqueta suspendidos en el aire. Qué más van a querer las cadenas de televisión. Ayer fue un día memorable. Un crescendo incontrolable. Las bolsas seguían derrumbándose y la gente preguntándose qué iba a pasar con su empleo. Luego pasamos al relato de los varios asesinatos ocurridos en diversos puntos del país, tanto los que implican sicarios y tiroteos o como el habitual del tío que maniata a su pareja de pies y manos y le asesta unas buenas puñaladas. ¿Y con qué se continuó? A un pobre bombero , una bacteria oportunista aprovechó un corte en su brazo para comérselo entero. Ahí en la UVI continúan todos, bombero y bacteria. Menos el brazo. Podría haber sido la guinda, pero no lo fue. Cuando aún seguía desplegado el vello erizado, nos cuentan lo siguiente: un homosexual tuvo a bien finalizar una velada erótica acuchillando a su ocasional pareja, descuartizándola y friendo “con aceite de oliva” (en eso insistían, detalle dietético donde los haya) algunas lonchas de uno de sus muslos.
¿Ya no le importa nadie que pueda haber niños ante el televisor y que asuman que éste es una ventana a la cotidianedad del mundo? A mí, ayer, me pareció una idea muy preocupante.
4 comentarios:
Cuando el entorno no tiene límites el desasosiego invade al ser humano.
En momentos díficiles cuando los otros se vuelven fieras acorraladas, los seres humanos tratan de reducir su espacio vital para crear seguridad.
Una de las luchas prioritarias del ser humano es reducir la incertidumbre.
Ahora se aproxima el tiempo de los localismos y los nacionalismos.
Puede que estemos otra vez en los comienzos de una nueva Edad Media.
Sobre el detalle dietético habla hoy jueves Quim Monzó en un interesante artículo en LV.
Un abrazo
Ayer domingo pase la tarde en casa de mi hermano, y compartí con ellos dos horas de tele, que es su pasatiempo predilecto, con permiso de los videojuegos. Tres pijas vanidosas salvaban al mundo enfundadas en una imposible talle 32, Totally Spy se llamaba la serie. Luego una suerte de aventurero superhormonado la emprendía a ostias contra lo que parecía una versión decimonónica de los marines norteaméricanos. Llegaron por fin los japoneses y un adolescente chulito en traje de Mao, de nombre Yuyo Hakuso, reventaba en miles de trozos sanguinolentos a extraños series de indescriptible aspecto. Para acabar, media docena de pubertinos sin escolarizar se paseaban sin más tutela que un viejo profesor chiflado por el universo Pokemon. Esto último no contenía más violencia, amén de algunos escupitajos eléctricos y varios tantarantanes entre una serie de repugnantes mascotas “chernobylicas”. Aunque eso sí, exigía en contrapartida, que entre padres, tíos y demás “educadores” acoquinemos nuestra parte proporcional para que los críos se hagan con la colección completa de cromos, tazos, videojuegos y demás sagas mercadotécnicas.
En fin, mi admirada Teresa, que le digo esto para que no se preocupe en lo más mínimo, porque el día que nuestros niños se asomen al telediario estarán tan sobradamente preparados que acabarán por aburrirles los terrores que usted me cuenta.
Un saludo.
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