Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

¿Principio de conformidad?

lunes, 15 de octubre de 2012








Acojone directo. Me acaba de llegar un correo de un buen amigo mío. Ha estado de fin de semana con la familia. Me escribe que estuvo en su lugar de descanso y que todos sus amigos, " especialment els de pares andalussos", son  independentistas rematados. Que cuando salió por TV3 la información sobre la manifestación  del 12 O se pusieron a silbar y a insultar con  "vinga, home, colla de memos, i fascistes" a los asistentes.

Y que, claro, ignoraban que él y su familia, que estaba aturdida en medio del berenjenal, habían acudido todos.

Así que, cuando mis amigos independentistas, que dicen que en Cataluña no hay ni sombra de opresión, lean esto, a ver qué piensan. Nada, imagino.

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