Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

No hay ni uno que no esté colocado

martes, 31 de julio de 2012



“No hay ni uno que no esté colocado. Han perdido las elecciones y todos están colocados. Míratelo, ¿eh? Porque yo los voy siguiendo (...) Ninguno ha dejado de estar colocado. Han perdido las elecciones por abrumadora mayoría, es decir, de diputados socialistas había poquísimos y están colocados todos”.

Esta frase de conmovedor patetismo la profirió Sergi Pastor, amiguete de Orial Pujol, en una conversación grabada por la policía. ¿Cómo van a quedarse ellos sin un buen momio cuando venga un cambio de gobierno o unas vacas aún más flacas? ¿No les ha salido estupendamente a los sociatas? Lo han dado todo por la nació. Todo lo que se ha creado, ha sido gracias a ellos. Nos llevarían al lugar más alto y nos dirían:


"Cederé el poder sobre esta nació y entregaré sus riquezas con garantías, porque me han sido entregadas, me lo he currado, mis chanchullos me ha costado y no tengo más remedio. Si tiene que ser suyo, habrá que joderse, pero hay que dejarlo atado y bien atado”.

Esos 400 de Millet fueron una vez emprendedores, mecenas, oportunistas de lujo algunos. Pero sus nietos y bisnietos han colonizado la administración que no los van a sacar ni con aceite. Y luego vinieron catalanes de nueva generación, hijos de inmigrantes como el presidente Montilla, el ministro Corbacho o el dirigente de ERC Joan Ridao.

Para ser convincente, primero hay que creérselo uno. Y ellos están convencidos del todo. Tanto, tanto, que seguimos votándolos. Y, si pillaran al propio iaio Pujol vendiendo La Moreneta al contrabando de arte internacional, diría que la pone a salvo de la intervención de las huestes españolas y se saldría con la suya (lo de Banca Catalana le curtió mucho).


Estamos prisioneros de la superstición nacionalista. ¡Socorro!

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