Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).
david foster wallace
lunes, 27 de octubre de 2008
Ahora que hablamos de eso de acabar con la vida, quiero comentar que sentí particularmente el suicidio de David Foster Wallace , autor de quien disfruté "Algo supuestamente diviertido que nunca volveré a hacer". Es el único libro que he leído de él pero fue directamente a la estantería de autores "especiales". Aunque leo poca novela, voy a seguir conociéndolo. Su sentido del humor era muy inteligente y agudo. Y resulta que era una persona depresiva...
gracias, todavía no
domingo, 26 de octubre de 2008
Ayer, al bajar al portal de mi casa, me encontré con dos vecinas que estaban hablando. Ambas son mujeres mayores. No sé si existe la palabra “ochentena”, pero andan por ahí. También andan con bastón. Una, muy alta, estiradilla y con mucho porte, lo lleva que parece más un objeto de mando que de apoyo. La otra, temblorosa, casi “browniana” de movimientos, pero con una mirada llena de determinación, lo necesita malamente. Me avisaron al llegar de que la suya era una charla filosófica y que apretase el paso si no me apetecía tal cosa a esas horas. Me quedé, como no, unos instantes con ellas. Hablaban de la vida y de la muerte. De Severiano Ballesteros. Del alargamiento inútil de la vida. De que tememos la muerte porque no sabemos en qué condiciones nos va a llegar. Yo les digo que, aunque seamos capaces de valorar nuestro final de manera distante en el portal de nuestra casa, llegado el caso, siempre deseamos vivir…un día más. Y que esto da al traste con todo. Suspiran y me dan la razón. La “browniana”, que digo yo, termina la discusión diciendo, muy segura, que no se debe temer a la muerte sino a la soledad. Que es lo más terrible que le puede pasar a alguien en su vejez.
Y yo me marcho recordando una noticia que recorté del periódico hace ya unos días. Una noticia que me impactó y que querría comentar con ustedes. “El suicidio asistido de una mujer sana agita Alemania” . Un ex ministro democristiano de Justicia de la ciudad de Hamburgo ayudó a morir a una anciana que se sentía sola. Bettina Schardt, nacida en Berlín en 1928, no padecía ninguna enfermedad mortal ni particularmente dolorosa. La mujer relata que se sentía sola, que carecía de familia y que su mayor miedo era acabar en un asilo. Asistida por el ex ministro, que lo grabó todo en vídeo, tomó primero una solución de valium. Después, una dosis letal de chloroquine, un medicamento antipalúdico. El artículo dice que será difícil que se alcance pronto una reforma legal respecto a la eutanasia en Alemania, dados los escrúpulos políticos en regular por ley cuándo un médico puede acelerar la muerte de su paciente.
Pues me alegro. Comparto plenamente la repulsa que este caso ha suscitado en Alemania. Este ex ministro, Kush, ¿no tenía más opciones que cortar por lo sano, y nunca mejor dicho, para que esta mujer abandonada recobrase un poco de ilusión por los años de vida que aún podrían haberle correspondido? Ya no entiendes a esos democristianos. Parece que consideró mejor idea acabar con su vida que llevársela a su casa (hay quien recoge perros abandonados ¿no?)
Ahora todo son propuestas para acabar de una vez por todas. Desde las tesis del Dr. Kervokian al famoso kit del Dr. Muerte. No comparto este estado de opinión. Como saben muchos de los que leen estas páginas con cierta asiduidad, esa discrepancia no proviene de mi adhesión a ninguna fe, pues soy atea. El mundo es un lugar más complejo de lo que los aficionados a establecer antagonismos binarios suelen pensar. Ser ateo no te obliga a ser fan de “Mar adentro”. Tampoco le apasionaría a Nat Hentoff , descreído que se define como “un ateo judío”. En su artículo en el Free Inquiry de este mes de octubre, de título “La brigada de los que ayudan a morir”, se muestra muy crítico con esta epidemia de tipos bondadosos que le animan a uno a coger el portante. Y aún más con la pretensión, todo lo bienintencionada que se quiera, de que alguien decida que nuestra calidad de vida es tan pobre que su final sería una bendición o que el propio estado intervenga promulgando leyes que afecten tan privada decisión. Explica cosas muy inquietantes. Por ejemplo. El Programa de Asistencia Médica del estado de Oregón (EEUU) administra una burocracia de la compasión que le llevó a comunicarle a una enferma de cáncer de pulmón que su seguro no incluía cierto tratamiento para enlentecer el proceso cancerígeno que padecía pero sí el suicidio asistido. Eso dice Nat Hentoff, pagina 23 concretamente. Han leído bien. Y el director médico lo explica así: “No podemos cubrirlo todo. Así que tratamos de lograr políticas que provean del mayor bien para el mayor número de personas”. Suena sensato, pero no deja de ser un utilitarismo que pasa por encima de los habitantes de Oregon que preferirían hacer más lento el crecimiento de su cáncer que morir dignamente pero ya. Y no es EEUU el único lugar donde estas cosas ocurren, como reporta Wesley Smith en un blog que monitoriza esa llamada “cultura de la muerte”.
Nat hentoff es un hombre que ha sufrido una grave depresión clínica durante años. En sus palabras, “he estado durante años en un agujero negro”. Reconoce haber valorado muy en serio la técnica más segura y simple para acabar con todo. Hasta que un médico pudo tratarle convenientemente y le sacó del agujero de marras. Ahora se alegra mucho de su indecisión, pero está convencido de que si alguien le hubiera sugerido una formula fácil para morir lo hubiera hecho.
Quizá pensando que estamos ejerciendo nuestra libertad y emancipándonos de las cadenas de las religiones y las costumbres decimonónicas nos dejamos llevar, más corderitos que nunca, hacia el lugar en el que se hace lo más práctico con la gente que ya no le sirve a nadie. Y, encima, pidiéndolo por favor.
Y yo me marcho recordando una noticia que recorté del periódico hace ya unos días. Una noticia que me impactó y que querría comentar con ustedes. “El suicidio asistido de una mujer sana agita Alemania” . Un ex ministro democristiano de Justicia de la ciudad de Hamburgo ayudó a morir a una anciana que se sentía sola. Bettina Schardt, nacida en Berlín en 1928, no padecía ninguna enfermedad mortal ni particularmente dolorosa. La mujer relata que se sentía sola, que carecía de familia y que su mayor miedo era acabar en un asilo. Asistida por el ex ministro, que lo grabó todo en vídeo, tomó primero una solución de valium. Después, una dosis letal de chloroquine, un medicamento antipalúdico. El artículo dice que será difícil que se alcance pronto una reforma legal respecto a la eutanasia en Alemania, dados los escrúpulos políticos en regular por ley cuándo un médico puede acelerar la muerte de su paciente.
Pues me alegro. Comparto plenamente la repulsa que este caso ha suscitado en Alemania. Este ex ministro, Kush, ¿no tenía más opciones que cortar por lo sano, y nunca mejor dicho, para que esta mujer abandonada recobrase un poco de ilusión por los años de vida que aún podrían haberle correspondido? Ya no entiendes a esos democristianos. Parece que consideró mejor idea acabar con su vida que llevársela a su casa (hay quien recoge perros abandonados ¿no?)
Ahora todo son propuestas para acabar de una vez por todas. Desde las tesis del Dr. Kervokian al famoso kit del Dr. Muerte. No comparto este estado de opinión. Como saben muchos de los que leen estas páginas con cierta asiduidad, esa discrepancia no proviene de mi adhesión a ninguna fe, pues soy atea. El mundo es un lugar más complejo de lo que los aficionados a establecer antagonismos binarios suelen pensar. Ser ateo no te obliga a ser fan de “Mar adentro”. Tampoco le apasionaría a Nat Hentoff , descreído que se define como “un ateo judío”. En su artículo en el Free Inquiry de este mes de octubre, de título “La brigada de los que ayudan a morir”, se muestra muy crítico con esta epidemia de tipos bondadosos que le animan a uno a coger el portante. Y aún más con la pretensión, todo lo bienintencionada que se quiera, de que alguien decida que nuestra calidad de vida es tan pobre que su final sería una bendición o que el propio estado intervenga promulgando leyes que afecten tan privada decisión. Explica cosas muy inquietantes. Por ejemplo. El Programa de Asistencia Médica del estado de Oregón (EEUU) administra una burocracia de la compasión que le llevó a comunicarle a una enferma de cáncer de pulmón que su seguro no incluía cierto tratamiento para enlentecer el proceso cancerígeno que padecía pero sí el suicidio asistido. Eso dice Nat Hentoff, pagina 23 concretamente. Han leído bien. Y el director médico lo explica así: “No podemos cubrirlo todo. Así que tratamos de lograr políticas que provean del mayor bien para el mayor número de personas”. Suena sensato, pero no deja de ser un utilitarismo que pasa por encima de los habitantes de Oregon que preferirían hacer más lento el crecimiento de su cáncer que morir dignamente pero ya. Y no es EEUU el único lugar donde estas cosas ocurren, como reporta Wesley Smith en un blog que monitoriza esa llamada “cultura de la muerte”.
Nat hentoff es un hombre que ha sufrido una grave depresión clínica durante años. En sus palabras, “he estado durante años en un agujero negro”. Reconoce haber valorado muy en serio la técnica más segura y simple para acabar con todo. Hasta que un médico pudo tratarle convenientemente y le sacó del agujero de marras. Ahora se alegra mucho de su indecisión, pero está convencido de que si alguien le hubiera sugerido una formula fácil para morir lo hubiera hecho.
Quizá pensando que estamos ejerciendo nuestra libertad y emancipándonos de las cadenas de las religiones y las costumbres decimonónicas nos dejamos llevar, más corderitos que nunca, hacia el lugar en el que se hace lo más práctico con la gente que ya no le sirve a nadie. Y, encima, pidiéndolo por favor.
ex musulmanes
jueves, 16 de octubre de 2008
La libertad de conciencia se abre paso en el mundo musulmán como una luz en la oscuridad. Se presentó un manifiesto durante el Consejo de ex musulmanes de Gran bretaña y participó muy especialmente el ensayista Ibn Warraq , que participó este verano en las jornadas "Democracia versus Teocracia" en Aranjuez.
¿valentía de género?
jueves, 9 de octubre de 2008
Sobre la llamada "violencia de género". Muchos hemos criticado tal definición. Aquí, en mi mundo submarino, como a ca l´arcadi o a can Fàbregas . ¿Por qué motivo? Como dice Arcadi Espada, es "Un tag infamante para el hombre, porque conlleva declararle culpable como especie ." Estos días, bien al contrario, tenemos en la prensa el caso de hombres que ponen en peligro su vida (y espero que no la pierdan) por defender mujeres, como en el caso del profesor Neira. Son hombres que se enfrentan a hombres violentos y, a juzgar por las fotografías, de tamaño bastante grande. Ayer en El País "Empleados de un supermercado salvan a una cajera de ser apuñalada". El delegado del gobierno Rafael González Tovar alabó la actuación del encargado que "se jugó el físico para conseguir que esta agresión no se llevara a efecto". Hace unos días fuimos testigos de las brutales imágenes de un sujeto golpeando a un hombre que estaba tirado en el suelo entre dos coches. Se trataba de un maltratador que se había tomado a mal que un joven le impidiera seguir golpeando a su pareja y madre de un niño que era testigo del suceso desde el coche.
Todos estos actos de valentía se dan además después de la conmoción causada al saber el triste desenlace de la decisión del profesor Neira y de los típicos Manolo, contente, no te vaya a hacer daño ese bestia. Creo que, por honrar a estas personas y, muy especialmente, a ese hombre bueno que es el profesor Neira, parafraseando el post de Arcadi Espada, "ya va siendo hora que los alfabetizados de cualquier género se rebelen". Jesús Neira y los demás se merecen que "esta broma de colegialas pedantes" acabe de una vez
Todos estos actos de valentía se dan además después de la conmoción causada al saber el triste desenlace de la decisión del profesor Neira y de los típicos Manolo, contente, no te vaya a hacer daño ese bestia. Creo que, por honrar a estas personas y, muy especialmente, a ese hombre bueno que es el profesor Neira, parafraseando el post de Arcadi Espada, "ya va siendo hora que los alfabetizados de cualquier género se rebelen". Jesús Neira y los demás se merecen que "esta broma de colegialas pedantes" acabe de una vez
O se te come el brazo la bacteria o se te come el muslo el guaperas
La vida. Con toda crudeza, con total "nonchalance". Aquí no se despeina nadie. Y menos cuando esas oportunas noticias van a mantener al personal clavado en su silla, tenedor y croqueta suspendidos en el aire. Qué más van a querer las cadenas de televisión. Ayer fue un día memorable. Un crescendo incontrolable. Las bolsas seguían derrumbándose y la gente preguntándose qué iba a pasar con su empleo. Luego pasamos al relato de los varios asesinatos ocurridos en diversos puntos del país, tanto los que implican sicarios y tiroteos o como el habitual del tío que maniata a su pareja de pies y manos y le asesta unas buenas puñaladas. ¿Y con qué se continuó? A un pobre bombero , una bacteria oportunista aprovechó un corte en su brazo para comérselo entero. Ahí en la UVI continúan todos, bombero y bacteria. Menos el brazo. Podría haber sido la guinda, pero no lo fue. Cuando aún seguía desplegado el vello erizado, nos cuentan lo siguiente: un homosexual tuvo a bien finalizar una velada erótica acuchillando a su ocasional pareja, descuartizándola y friendo “con aceite de oliva” (en eso insistían, detalle dietético donde los haya) algunas lonchas de uno de sus muslos.
¿Ya no le importa nadie que pueda haber niños ante el televisor y que asuman que éste es una ventana a la cotidianedad del mundo? A mí, ayer, me pareció una idea muy preocupante.
¿Ya no le importa nadie que pueda haber niños ante el televisor y que asuman que éste es una ventana a la cotidianedad del mundo? A mí, ayer, me pareció una idea muy preocupante.
el catrecillo de Procusto
lunes, 6 de octubre de 2008
Una cama o lecho de Procusto es un estándar arbitrario para el que se fuerza una conformidad, y un símbolo de conformismo y uniformización. Procusto ofrecía posada al viajero solitario y lo invitaba a acostarse en una cama de hierro en la que debía encajar quieras que no. Y no se andaba con chiquitas. En el blog de mi amigo Eduardo Robredo tenemos hoy una entrada sobre "La izquierda y la naturaleza humana". No hay desperdicio ni en su post ni en los comentarios que lleva de cola. Uno de sus links remite a otra entrada suya titulada "Todos iguales" en la que comenta una película basada en un relato de Kurt Vonnegutt, 2081. Dice: "Finalmente todos seremos iguales (trailer) presenta una distopía política en la que todos son obligados a ser iguales, parafraseando a Rousseau. Por la vía "constitucional" los fuertes son obligados a llevar pesos en la ropa, los guapos a portar máscaras y los inteligentes a no sacar ventaja de su cerebro superior. El gobierno se convierte así en una instancia suprema contra la selección natural".
Hay muchos motivos para pensar que el desastre de la educación en España también tiene relación con la incapacidad de aceptar que no todos los niños son iguales. Bien, quiero decir que no son iguales "genéticamente" hablando, que socioeconómicamente hablando sí que lo está, de aceptado. Un ejemplo casero, pura anécdota: este mediodía mi prima me ha dicho que a su hija de 12 años, mi sobrina, en unas pruebas de natación de su colegio le quitaron un punto "por ser la más alta". La niña había ganado la competición...con malas artes (naturales). Así que se la penalizó. Y en relación con la cuestión de la asunción de las diferencias socioeconómicas, otra anédota y con el mismo origen. Mi sobrina estaba en la franja alta de las notas de inglés de su curso. Con sus pequeñas orejitas tuvo que oír cómo los profesores afirmaban ante el pleno de la clase que los que habían sacado buenos resultados y estaban en esta sospechosa categoría eran los niños que habían tenido clases extras de inglés o vacaciones en campamentos de verano. Ella no había tenido nada de eso, sólo cabeza, estudio y tesón, cualidades caídas en desgracia y que se aconseja disimular.
No lo está pasando bien y, para consolarla y para que se vaya haciendo a la idea de esa cosa de la naturaleza humana, le voy a contar lo de Procusto, los lechos y el resentimiento del profe resabiado y mediocre.
Hay muchos motivos para pensar que el desastre de la educación en España también tiene relación con la incapacidad de aceptar que no todos los niños son iguales. Bien, quiero decir que no son iguales "genéticamente" hablando, que socioeconómicamente hablando sí que lo está, de aceptado. Un ejemplo casero, pura anécdota: este mediodía mi prima me ha dicho que a su hija de 12 años, mi sobrina, en unas pruebas de natación de su colegio le quitaron un punto "por ser la más alta". La niña había ganado la competición...con malas artes (naturales). Así que se la penalizó. Y en relación con la cuestión de la asunción de las diferencias socioeconómicas, otra anédota y con el mismo origen. Mi sobrina estaba en la franja alta de las notas de inglés de su curso. Con sus pequeñas orejitas tuvo que oír cómo los profesores afirmaban ante el pleno de la clase que los que habían sacado buenos resultados y estaban en esta sospechosa categoría eran los niños que habían tenido clases extras de inglés o vacaciones en campamentos de verano. Ella no había tenido nada de eso, sólo cabeza, estudio y tesón, cualidades caídas en desgracia y que se aconseja disimular.
No lo está pasando bien y, para consolarla y para que se vaya haciendo a la idea de esa cosa de la naturaleza humana, le voy a contar lo de Procusto, los lechos y el resentimiento del profe resabiado y mediocre.
si hay "falsos videntes" ¿dónde están los "reales"?
Ayer, por televisión, en La1. Denuncia por el supuesto caos del mercado de la superchería. Los indicadores: tan peregrinos como que los videntes pueden cobrar por un trabajillo hasta 250 euros. Parece que lo denunciable es su precio excesivo, no la venta de superstición en un país del SXXI. Y no hay ninguna televisión que evite dejar en el aire un abiertodemente y pachouliano "algo puede haber". Yo no he visto jamás un tratamiento decididamente escéptico y sarcástico de la cuestión en los noticiarios de ningún canal.
Y, sí, terminaron con aquello de que, con este jaleo, prosperan "los falsos videntes". Así que desde la televisión se cultiva la enfermedad y su falsa curación. Para que no decaiga, que este mundillo le da alegría a la programación.
Y, sí, terminaron con aquello de que, con este jaleo, prosperan "los falsos videntes". Así que desde la televisión se cultiva la enfermedad y su falsa curación. Para que no decaiga, que este mundillo le da alegría a la programación.
Todorov y Mc Cain
miércoles, 1 de octubre de 2008
Estoy leyendo en el libro "El espíritu de la Ilustración" de Tzvetan Todorov: "El gobierno estadounidense se niega sistemáticamente a tratar los terroristas según dicta la Convención de Ginebra respecto de los prisioneros de guerra. Un senador estadounidense, JOhn Mccain, antiguo prisionero que sufrió torturas en Vietnam, entregó un proyecto de ley para imponer que las cárceles de la CIA siguieran el mismo reglamento que las demás, es decir, para ilegalizar la tortura. La casa Blanca luchó enérgicamente contra dicho proyecto que, al final, aprobó el Senado". Es un libro escrito en el 2006, año en que este senador fué un modelo para la izquierda crítica con EEUU. Por ejemplo, ésta. También estuvo, en 2006, entre los 10 mejores senadores de Estados Unidos de la revista Time. En 2006 y 2007, McCain hizo alianza con un antiguo adversario ideológico, Edward Kennedy, para dar forma a un proyecto de reforma migratoria que habría ayudado a legalizar a 12 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos y a fortalecer la vigilancia en la frontera con México. Todo esto causó gran revuelo, pero ahora esa misma prensa y esos mismos medios ya no hablan de ello.
el conseller Saura y el buen salvaje
Ayer estuve viendo el programa 59" en la versión catalana de La2. Se analizaban las causas de las vergonzosas y atemorizantes escenas de violencia vividas estos días en dos estadios distintos en nuestro país. En una de sus intervenciones, Francesc Marc-Álvaro, periodista que, aparte de sus fantasías nacionalistas, suele ser muy razonable, acusaba veladamente al conseller d´Interior de la Generalitat Joan Saura de inoperatividad general por culpa de sus anteojeras, digamos, progres. Esa insinuación, que no daba tiempo a desarrollar, la sustentaba en una supuesta dificultad de la izquierda para enfrentarse a conflictos sociales que exigen cierta contundencia en la respuesta. Una policía “de izquierdas” puede funcionar cuando el enemigo resulta comprensible para su mentalidad, como en el caso de la delincuencia común, pero no en situaciones sin motivo aparente como las del pasado domingo. A esto le respondió Milagros Pérez Oliva, redactora jefe de El País, reprochándole amablemente una imputación que no hubiera hecho si esta conselleria estuviera dirigida, por ejemplo, por un miembro de Convergencia (y no digamos, añado yo, si fuera, en un escenario de ciencia ficción, del PP).
Creo que francesc Marc-Álvaro apuntaba bien su tiro. Para la izquierda, el ser humano es todo bondad, estropeada sólo por los vicios de la sociedad donde habita. Un conflicto social ha de ser siempre producto de la injusticia. La violencia de un individuo o de un grupo tiene su origen irremisible en las desigualdades socio-económicas. La “causa” es un elemento indispensable, tanto si hablamos del 11S (las humillaciones y la pobreza del Tercer Mundo) como de cualquier estallido destructivo en un barrio de una gran ciudad. Debido a esto se hallan impotentes paral enfrentarse a la violencia de quien lo tiene todo, o se acerca a tenerlo todo se forma incomparable a la mayoría de lugares del mundo, y por ello sufrimos las incívicas consecuencias de los altercados en los campos de fútbol, de los botellones que dejan tantos rincones de nuestras ciudades hechos un erial o de unas fiestas de Gracia que mantienen a los vecinos totalmente a merced de quien esgrime derechos tan incomprensibles como el de la propia diversión (con esa aura tan oportuna de “alternalismo”.
Pero Milagros Pérez Oliva podría no errar tampoco ya que, en el caso de policías “de derechas”, el temor a ser acusados de represores o de fascistas también funciona de forma muy eficaz impidiendo la defensa decidida de los derechos de los más “débiles”, definición bastante acertada y que utilizaban algunos de la mesa.
Hay muchos motivos para la violencia grupal. Naturalmente que existen condiciones de vida precarias o protestas originadas por causas ideológicas. Pero hay fundamentos más estructurales, en el sentido psicológico y social, que no se suelen tener en cuenta. Los hombres, sobre todo jóvenes, tienen más tendencia a dejarse llevar por el entusiasmo, a consentir en la guerra, las violaciones o los impulsos asesinos, a sentirse estimulados en involucrarse en interacciones violentas cuando van en grupo. Esto es muy efectivamente corregible cuando se comprende que no siempre hay “causas” justificatorias. La tranquilidad que tienen estos hinchas de saber que van irse mayormente de rositas es lo que les impulsa a esta evidente autoindulgencia. La naturaleza humana no es una condena: se inventó la cultura (y la policía es una parte importante de esta cultura) precisamente para poner freno a aquellas tendencias que resultan incompatibles con sociedades cada vez con mayor número de miembros y una tendencia a encontrar más práctica la interacción pacífica para sobrellevarse los unos con los otros. Aquí no hay “causa” pero, si se quiere una, podría ser el vértigo complaciente en la liberación de ciertas conductas que uno a nivel privado puede condenar pero que no parecen tan malas cuando se diluyen entre un amplio número de “camaradas”. Y si encima los jugadores de ciertos equipos les ríen las gracias, ni te cuento.
Creo que francesc Marc-Álvaro apuntaba bien su tiro. Para la izquierda, el ser humano es todo bondad, estropeada sólo por los vicios de la sociedad donde habita. Un conflicto social ha de ser siempre producto de la injusticia. La violencia de un individuo o de un grupo tiene su origen irremisible en las desigualdades socio-económicas. La “causa” es un elemento indispensable, tanto si hablamos del 11S (las humillaciones y la pobreza del Tercer Mundo) como de cualquier estallido destructivo en un barrio de una gran ciudad. Debido a esto se hallan impotentes paral enfrentarse a la violencia de quien lo tiene todo, o se acerca a tenerlo todo se forma incomparable a la mayoría de lugares del mundo, y por ello sufrimos las incívicas consecuencias de los altercados en los campos de fútbol, de los botellones que dejan tantos rincones de nuestras ciudades hechos un erial o de unas fiestas de Gracia que mantienen a los vecinos totalmente a merced de quien esgrime derechos tan incomprensibles como el de la propia diversión (con esa aura tan oportuna de “alternalismo”.
Pero Milagros Pérez Oliva podría no errar tampoco ya que, en el caso de policías “de derechas”, el temor a ser acusados de represores o de fascistas también funciona de forma muy eficaz impidiendo la defensa decidida de los derechos de los más “débiles”, definición bastante acertada y que utilizaban algunos de la mesa.
Hay muchos motivos para la violencia grupal. Naturalmente que existen condiciones de vida precarias o protestas originadas por causas ideológicas. Pero hay fundamentos más estructurales, en el sentido psicológico y social, que no se suelen tener en cuenta. Los hombres, sobre todo jóvenes, tienen más tendencia a dejarse llevar por el entusiasmo, a consentir en la guerra, las violaciones o los impulsos asesinos, a sentirse estimulados en involucrarse en interacciones violentas cuando van en grupo. Esto es muy efectivamente corregible cuando se comprende que no siempre hay “causas” justificatorias. La tranquilidad que tienen estos hinchas de saber que van irse mayormente de rositas es lo que les impulsa a esta evidente autoindulgencia. La naturaleza humana no es una condena: se inventó la cultura (y la policía es una parte importante de esta cultura) precisamente para poner freno a aquellas tendencias que resultan incompatibles con sociedades cada vez con mayor número de miembros y una tendencia a encontrar más práctica la interacción pacífica para sobrellevarse los unos con los otros. Aquí no hay “causa” pero, si se quiere una, podría ser el vértigo complaciente en la liberación de ciertas conductas que uno a nivel privado puede condenar pero que no parecen tan malas cuando se diluyen entre un amplio número de “camaradas”. Y si encima los jugadores de ciertos equipos les ríen las gracias, ni te cuento.
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