Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

lunes, 22 de enero de 2007

Hace unos días -el 18 de enero, concretamente-, Arcadi Espada, en su blog, señalaba cómo El País se cuida mucho, ante los peligros de la emulación, de dar información sobre suicidios cuando no practica esa profilaxis en el caso de la eutanasia. Decía que, en este caso, lo hacía sin problemas, “sin mover un solo músculo moral”. Pero, ¿no tiene nada que ver la moral con eso? Yo diría que sí, y que la cuestión está en que El País, y la esfera socialdemócrata en general, piensa que la eutanasia, este tipo de eutanasia “mar adentro”, ES moral. Y lo es casi per se, porque ya está decidido que el ser humano liberado de las cadenas del dogma religioso y de la tradición oscurantista no tiene más que ejercer su libertad y decidir. En este caso, sobre su final. Ha llegado el momento, soy libre y decido. Forma parte de un mensaje de corte moral más amplio que pretende otorgar a las personas un status de manumisión de las viejas costumbres como una receta infalible para la vida plena y la auténtica libertad. Si quieres, puedes. Y esto me ha llevado a El País de los viernes. Este dia, en sus páginas interiores, el diario lleva un suplemento para jóvenes que, entre artículos sobre tiempo libre, moda y gadgets electrónicos, incluye una sección dedicada al sexo juvenil. Apartados: Año Nuevo, sexo nuevo; El consultorio de Vampirella. O Sex Pópuli. A ese voy. El titular pregunta: ¿Te lo curras o prefieres el “aquí te pillo, aquí te mato”. Las respuestas las dan dos chicas y un chico. Una de ellas dice: depende de la situación. La otra: me gusta mucho ser espontánea. Y la del chico...Ah, la del chico. El chico dice: Soy totalmente de “aquí te pillo, aquí te mato”, porque ya no hace falta currárselo mucho con una niña, ya que ahora son mucho más abiertas que antes y te hacen de todo la primera noche. ¿Fantástico, no? Todos contentos. Ellos y ellas. Pero no. No acaba ahí su frase. Luego sigue y lo hace de esta manera: Así, que ¿para qué? Está chungo esto de echarse novia, porque ahora yo creo que son más infieles que antes.
Cielos, ahí ha habido “un músculo moral” que se ha movido solo. El mismo que movió el hijo de Madelaine enturbiando la proyección de ese “mundo feliz” bardemiano. Porque esa moral que se predica sin predicar es una moral manquée que ignora, como buena hija del relativismo y del postmodernismo más tronado, qué tipo de animalillos somos. No va a funcionar.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

El precio de que te hagan de todo, ji, la primera noche. Touché. Recuerdo al muchacho de la fotografía. Y convendrá conmigo, M-P, en que se trataba de una hormonita bien parecida. No es un matiz que quepa despreciar.

Anónimo dijo...

El macho tiene la obligación, por mandato imperativo genético-, de ir esparciento su semen por doquier para perpetuar la especie.
La hembra para eliminar la incertidumbre de su delibidad física y.... ¿...la de asegurarse la manutención diaria de ella y su prole.

Mal lo tenéis en todo tipo de civilización.

Hay que ir creando una nueva Moral a cada intérvalo de pasos civilizatorios.

En ello seguimos.

Abate Marchena.

Anónimo dijo...

La Ciencia os liberará de la necesidad del macho para seguir con el mandato imperativo de la gestación.
Adiós a la menstruación, embarazo, maternidad y todas las trabas para ser libre como los "cabrones" de los machos.

¡Que se ahorquen con su propia vanidad científica y su mediocridad cerebral!


Abate Marchena.

Pd.
Eso es una lucha quimérica. El macho una vez conquistada la separación de sexos, es capaz de autoinmolarse antes de volver al estado anterior.

Anónimo dijo...

"Soy totalmente de “aquí te pillo, aquí te mato”, porque ya no hace falta currárselo mucho con una niña, ya que ahora son mucho más abiertas que antes y te hacen de todo la primera noche."
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Abiertas deben de serlo, sí. Sin embargo la compulsión y la variedad frenética no hacen la calidad. El buen vino, la vela trémula, el ronroneo rendido de una cremallera, el derroche del jornal en lencería y perfume...

¡Joder, me estoy volviendo viejo!

Mercutio dijo...

Pues vuelvo a aplaudir a Pepe-Pez, oh hermoso perfil sirénido: si la prensa en general tuviera el cuidado moral de Arcadi, o el suyo, el periódico saldría una vez al mes.

Del resto ya lo han dicho todo, y bien, el Sr. Albert de Paco y el Sr. Bernal. El precio, y la alternativa.

Anónimo dijo...

No hay que asustarse de la inmoralidad aceptada pues siempre ha existido, no hay que asustarse para combatirla.

Y por otra parte, Jordi Bernal dice el vino, las velas ... y antes aún las miradas.

Yo no me estoy volviendo viejo, estoy comenzando a entender a las mujeres

Anónimo dijo...

Yo soy más bien de una edad en la que el lema sería "aquí te pillo, aquí me mato".

Porque ya es peligroso asomarse al exterior...

Unknown dijo...

Pone ud. el dedo en la llaga. Me temo que la clase de animalitos que somos no cambia tan fácilmente. Pero hacer como si no existiera naturaleza en nosotros, resultado de la evolución, es uno de los dogmas fundamentales de esta suerte de relativismo blando que pasa por progresista

Catón dijo...

Todos somos Pepe-Pez. Teresa, no lo castigues.

Anónimo dijo...

Esa discusión sobre la actitud de El País acerca de la eutanasia me parece a mí que obvia lo principal, que es el interés en hacer presión ideológica contra la religión y en fin contra el bando nacional. Como si uno se pusiera a evaluar la mecánica de un coche con el concesionario y le atribuyera la misma aspiración a la objetividad que tiene uno.

Esa libertad de elegir la propia muerte no es para los prisaicos más que una oferta para el consumidor, "Ven con nosotros y te daremos esa libertad".

Ahí lo interesante no es el relativismo moral, ni menos la eutanasia, sino esa manifiesta rivalidad entre el Estado Social y la Iglesia o el PP. No es que cuanto menos poder conserven los obispos mayor obtendrán los ciudadanos o consumidores, sino que mayor obtendrán los políticos progres y sus promotores empresariales.

Puede que también la versión achabacanada del sexo tenga que ver: el Estado Social, que se gasta millones en premiar las militancias feministas y gays y musulmanas y demás ofrece el disfrute y el halago mientras sus rivales aparecen representados como los que estorban ese grato porvenir. ¿No es la conducta de un desaprensivo empresario de hamburgueserías o discotecas?

No, es mucho peor porque basta una minoría, una cuarta parte de los que pueden votar, para que esa gente disponga de nuestro dinero y lo utilice para expandir su negocio y adoctrinar adeptos.

Cuanto más se aleja el franquismo y más se entra en una normalidad democrática más resulta ese énfasis en la liberalización permanente de las costumbres el síntoma de un interés corruptor. Es que una población infantilizada, parcializada y embrujada a lo Circe conviene mucho a esa expansión del Estado y de su burocracia. Sobre todo, no la amenaza. También en cualquier régimen comunista la clave de la supervivencia era (es) el pleno empleo: no hace falta matarse ni sufrir ni someterse a rigores con los horarios, el despido es improbable, los campos de concentración sólo están para los disidentes o los que abusan. Contra las exigencias de productividad de los empresarios privados, el Estado socialista ofrecía (ofrece) a la mayoría laxitud en el puesto de trabajo.