Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

viernes, 19 de enero de 2007

El matrimonio.
Hay un cierto consenso entre los investigadores sobre cuáles son las estructuras básicas de comportamiento que conocen todas las culturas. Una de ellas es el matrimonio. El matrimonio es una respuesta universal a los problemas que plantea la necesidad de establecer un código de derechos y deberes para dos personas que se comprometen en sacar a adelante una familia y unos hijos. No es necesario acogerse a ninguna ética preceptiva de carácter religioso para comprender la utilidad de esta institución. Es socialmente insustituible, aunque adopte distintas formas o se trasladen algunas de sus cargas tradicionales al estado o a la administración. Hoy he tenido dos episodios, relacionados con el matrimonio y sus imponderables, dignos de reflexión. Hablaré del primero. Esta mañana he estado con una amiga médico. Hemos comentado la reciente muerte de una conocida debido a un tumor cerebral. Una mujer aún muy joven. La cuestión es que esta malograda amiga se separó hace dos o tres años de su marido, quedándose los tres hijos que tenían a vivir con él. Ella vivía con su nueva pareja cuando descubrió su enfermedad. Por motivos que desconocemos en su conjunto, esa nueva pareja no pudo hacerse cargo de ella cuando se puso realmente mal y fue acogida por el ex marido en su casa, donde la atendió hasta su muerte. Mi amiga médico me ha comentado que en el hospital donde trabaja conocen bien este fenómeno. Llegan muchos pacientes gravemente enfermos que no son acompañados en las últimas etapas de su afección por la pareja actual sino por el primer cónyuge. Normalmente, las esposas. El caso de nuestra difunta amiga, “recogida” por su marido, no es lo más corriente. Le he preguntado si sería posible hacer algún estudio, alguna investigación sobre estos comportamientos en su hospital. Cree que es difícil. No se recogen datos y causaría reticencias. Lástima. Aportaría una información preciosa sobre aspectos fundamentales del debate “nature-nurture”.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pués sí Teresa. Hoy coincido contigo en el tema que tocas. Conozco varios casos en que mujeres separadas se han hecho cargo de ex-maridos en los últimos días de su existencia, incluso con la aceptación de sus actuales parejas.
La mujer es más fiel a los sentimientos que el hombre y por ello es más conmiserativa.
Ahora bién el proceso evolutivo en la época que vivimos con los intercambios de roles en las relaciones macho-hembra humanos, puede hacer girar esa tendencia de una manera más vertiginosa que todas las épocas anteriores.
Como curiosidad te diré que en los años 40 del pasado siglo, tengo conocimiento por mis recuerdos en Andalucía de que en bastantes ocasiones se producía el siguiente hecho: fallecía una persona en sus primero años de casad@ y el herma@
menor si estaba solter@ se hacía cargo de los hijos y se casaba con la viud@.
Era una defensa bastante frecuente del clan familiar que en cincuenta años debe de quedar muy poco vestigio de ella.




Abate Marchena.

Anónimo dijo...

¡Qué grande Pepe-Pez!

Mercutio dijo...

Hola, Mujer-Pez.

Creo que lo conocerás, y que ya lo copié en lo de Arcadi hace tiempo, pero me parece interesante. Es de Marvin Harris:

'Entre los muchos intentos ingeniosos de definir el matrimonio como una relación de carácter universal, merece especial atención la definición propuesta por Kathleen Gough (1968), quien ha realizado estudios sobre los nayar. ¡Ahora bien, habrá de leerse más de una vez! Gough afirma que:

1. El matrimonio es una relación establecida entre una mujer y una o más personas.

2. Esta relación asegura que a un hijo nacido de esa mujer se le otorguen los plenos derechos por nacimiento que sean comunes a los miembros normales de su sociedad, siempre que

3. El niño sea concebido y nazca bajo determinadas circunstancias aprobadas (no prohibidas).

Según Gough, para la mayor parte, si no la totalidad, de las sociedades esta definición identifica una relación que la misma gente distingue de todas las demás clases sociales.'
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De acuerdo con J.B.: grande, Pepe-Pez.

Protactínio dijo...

Es una hermosa historia la que hoy trae aquí, M.P. No sé si generalizable pero, desde luego, digna de estudio. ¿No publican, acaso, loe médicos estupendos estudios relativos a la superior belleza de los (LOS) cirujanos frente a los (LOS, insisto) clínicos? Y las publican en British Medical Journal, oiga. Se lo mando si quiere.
Mucho mejor su historia. Los rescoldos. La solidaridad con quien ya no es. Los porqués. Lo profundo de las causas. Las causas de lo profundo.

(Un beso.)

Anónimo dijo...

Es que la mujer es el mejor amigo del hombre.