Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

la muerte de Christopher Hitchens

sábado, 17 de diciembre de 2011

Todos sabíamos que era cuestión de meses o de semanas. Su cáncer tenía muy mal pronóstico y Hitchens se preparaba para morir. Es una pérdida muy dolorosa porque se trataba de una persona fuera de lo común. Yo me sentía particularmente próxima. Empecé a leerle hace ya 15 años, cuando empezó mi subscripción a Free Inquiry. Siempre iba directa a su artículo trimestral. Le leía cuando aún no sabía"quién" era Hitchens y quién llegaría a ser. Lo mismo que a otro compañero de lujo, el ya entonces famoso Richard Dawkins. Me sentía muy honrada por formar parte de los seguidores de esta publicación excepcional -sobre todo por contar con quien contaba-. Free Inquiry es una revista de izquierdas, "liberal" en sentido USA. Y Hitchens daba a menudo la nota. Me ayudó a no sentirme tan rara en mi descreimiento, no sólo religioso, sino ideológico. También cuando rompió el muro de corrección y declaró sin ambages su rechazo a esa especie de bula que tuvo y que aún tiene el Islam entre algunos.

No he leído muchos libros suyos; sólo un par. Pero la evolución que Hitchens experimentó durante estos años y que he seguido a través de sus artículos ha sido parte impagable de mi propia evolución, y un refuerzo extraordinario en mi confianza. Hitchens ha sido uno de los trucos que me han permitido mantener determinadas posturas (modestamente incómodas) durante estos 15 años.

Gracias amigo, qué corto ha sido.

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