Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

¿quién teme a la Tercera Cultura?

lunes, 19 de enero de 2009

Dice este impulsivo editorial : “La tercera cultura la toma en especial contra la religión, porque ahí es donde está el secreto de su apenas disimulado odio”. Y luego: “ Tercera Cultura: un caso de miopía”. ¿Porqué alguien se toma la molestia de “descubrir” nuestro supuesto y feo secreto aunque tenga la piedad de atribuirlo a un problema de la vista? En Aceprensa , una web de difusión católica, piensan que nos precipitamos al decidirnos “enseguida” por lo empírico y que, al igual que nuestra admirada “Edge”, inclinamos la balanza a favor de los intelectuales científicos versus los literarios.

En que nos decidimos por lo empírico tienen razón. Faltaría más. Y no ha sido “enseguida”. Ha sucedido al cabo de milenios de especulación literaria. Y será que no se han fijado bien en quiénes formamos el comité de redacción: qué busquen a alguien que no provenga del campo de las humanidades. Imagino que lo que más les molesta es que tengamos una sección titulada “Humanismo Secular” que se define como “una corriente del pensamiento ético que pretende apoyarse en la ciencia y la razón crítica, como alternativa a la fundación trascendente o mística de los valores”. Y que “ El humanismo secular se funda en un compromiso con la vida humana cuyo sentido no radique en un ilusorio "más allá", sino en el vínculo con las demás personas y en el conocimiento de la naturaleza".

La COPE, que lo recoge, no comprende cuáles son nuestros poderes. Pero precisamente en el artículo dan la clave con este fragmento: “ “No hay duda de que la ciencia experimental, las ciencias naturales aportan mucho al conocimiento del mundo, y del hombre, y que, gracias a sus aplicaciones, la vida humana ha mejorado de forma asombrosa; pero, por ejemplo, esas ciencias no tienen nada que decir ante la pregunta de qué sentido tiene la vida humana, por qué el corazón humano, conociendo el bien, se inclina tantas veces por el mal, por qué son masacrados inocentes, por qué sigue habiendo esclavos…”

Pues bien: precisamente por eso ha nacido Tercera Cultura. Porque ya va siendo hora de que alguien diga, sobre fundamentos sólidos, por qué sigue habiendo esclavos, por qué son masacrados inocentes o por qué el corazón humano, conociendo el bien, se inclina tantas veces por el mal. Estas son cuestiones sobre las que la ciencia sugiere hipótesis que no dependen de “ganchos celestes”. La religión se ha tenido que acostumbrar a recular ante numerosos misterios para los que tenía respuestas “literarias”, sea el origen de la vida o el movimiento de los planetas. Pretende seguir haciéndolo con los misterios de la naturaleza del hombre. Pero tampoco son ya para ella. Eso sí, nadie va le va a disputar que siente cátedra sobre “el sentido” de la vida humana. Es una tarea demasiado grandiosa para los científicos. Por ello choca que el autor del texto acuse a la visión científica de ser poco “modesta”. Es, precisamente, esta falta de propuestas grandiosas el motivo por el que los autobuses con propaganda atea luzcan ese “probablemente” que a Àlex Salmon, en su artículo del domingo 11 de enero en El Mundo, le parece entre estúpido y tímido. Amigo Alex: nadie que tenga una pista sobre cómo funciona el método científico trataría de negar la existencia de algo. Por ello esos “muchos pensadores (que) han querido demostrar la inexistencia de dios”, como tú dices, se han ocupado de un imposible. Y lo de menos es que, según tú “siempre topan con la fe”. Este “probablemente” sólo lo ha podido idear alguien que comprende hasta dónde se puede llegar. Gente como Richard Feynman que mira lo que dice en “El placer de descrubrir”:

“Ya ven cómo es la cosa, yo puedo vivir con duda e incertidumbre y sin saber. Pienso que e s mucho más interesante vivir sin saber que tener respuestas que pudieran ser falsas. Yo tengo respuestas aproximadas y creencias posibles y grados diferentes de certeza sobre cosas diferentes, pero no estoy absolutamente seguro de nada y hay muchas cosas de las que no sé nada, tales cómo si significa algo preguntar por qué estamos aquí, y qué podría significar la pregunta. Yo pensaría un poco sobre ello y si no puedo entenderlo, entonces paso a otra cosa, pero no tengo que conocer una respuesta, no me siento aterrorizado por no conocerlas cosas, por estar perdido en un universo misterioso carente de propósito, que así es realmente hasta donde yo alcanzo. No me asusta.”

Como opina Eduardo Robredo la “Tercera Cultura no es una "escuela" sino un entorno. TC, por ejemplo, carece de una postura monolítica sobre la religión.”

8 comentarios:

Circe dijo...

Es que si no se puede probar la existencia de Dios, supongo que tampoco se puede probar su no-existencia. Entonces... ¿a qué viene el probablemente? Probablemente nada, que cada cual piense lo que quiera y aquí paz y después gloria.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Enhorabuena:
hasta que no te critica Federico Babarroja, no eres nadie.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Circe:
los dos casos no son simétricos; piensa, por ejemplo, en las cosas cuya existencia SÍ se puede probar: en ese caso, ¿también se podría probar su INexistencia? O piensa en las cosas cuya NO existencia se puede probar (p.ej., los caballos voladores): ¿se puede probar entonces su existencia?
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Así que no hay motivos para pensar que las dos tesis deban ser demostrables o indemostrables A LA VEZ.
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Ahora bien, en el tema de dios, la honestidad intelectual nos dice que, cuanto más MARAVILLOSO es algo, más IMPROBABLE es su existencia (si no se nos presentan pruebas objetivas). Si yo digo que tengo en mi casa una corona de oro y diamantes que perteneció a Cleopatra y que lleva la firma del propio Julio César, tú pensarás (con toda lógica), que PROBABLEMENTE estoy mintiendo. No puedes demostrar que no la tengo, pero ¿acaso hace falta demostrarlo para concluir que lo más seguro es que no sea verdad?
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Pienso que Dios es una entidad mucho más fantástica que la corona de diamantes de Cleopatra con la firma de César, por lo que, a falta de pruebas convincentes, lo lógico es pensar que... ¡hombre¡ seguro-seguro no es que no exista ("a lo mejor el gilipollas este es verdad que tiene la corona que dice... pero me juego una cena a que no"), pero es mucho más probable pensar que se trata de una tomadura de pelo (lo de dios, no sólo lo de la corona).
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Al fin y al cabo, tampoco se ha demostrado que NO existiera Caperucita Roja, pero es tremendamente probable que no exista... porque sabemos que ALGUIEN se inventó esa historia. La historia de las religiones también muestra cómo se ha ido INVENTANDO (y modificando) el concepto de "dios", así que...

Circe dijo...

Perdona, pero esto de que lo maravilloso es improbable se me antoja absurdísimo. Durante mucho tiempo se pensó que ir a la luna era una maravilla imposible... Continúo pensando que el empecinamiento ateo en que acabaremos todos como el perro de Saramago es tan absurdo como el fundamentalismo religioso.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Circe,
No confundas "improbable" con "falso". Lo único que quiere decir que una tesis sea improbable es que la cantidad de datos empíricos en apoyo de esa tesis, necesarias para aceptarla, es mucho mayor. También es "improbable" en este sentido el comportamiento ondulatorio de los electrones, o el que los seres humanos descendamos de otros animales, o que yo pueda ver en directo desde el salón de mi casa la final de la copa del mundo. Ninguna de esas cosas nos las creeríamos, ni nos las tomaríamos siquiera en serio, si no hubiéramos tenido enormes montones de PRUEBAS (o sea, de PREDICCIONES TAMBIÉN IMPROBABLES, PERO CUMPLIDAS).

Por decirlo en términos jurídicos: la "carga de la prueba" de una hipótesis cae sobre el que la propone; no se tiene derecho a decir "como no puedes probar que lo que digo es falso, hay que admitir que es IGUAL DE PROBABLE que sea verdad como que sea mentira". No, no todo es IGUAL de probable; lo que decía en mi comentario es que, CUANTO MÁS INVEROSÍMIL sea una proposición, MÁS JUSTIFICADOS estaremos al rechazarla (¡en ausencia de pruebas, claro!).

Circe dijo...

Pero es que no se puede probar lo intangible, ni a favor ni en contra. Creo que ni siquiera admite la especulación con el cálculo de pronabilidades. Como mucho, habrá algunas personas que manifiesten percibir algo en un momento dado, ya sean místicos, iluminados, Rasputín, San Juan de la Cruz o el vecino de enfrente, y su testimonio nos impresionará mucho, poco o nada. Se puede optar por no creerse nada de nada o por aceptar que quizás nuestro conocimiento es limitado. Por lo que a mí respecta, me atrae demasiado cierta literatura (Santa Teresa, San Juan de la Cruz)y el ejemplo de vida de algunas personas creyentes como para negar de entrada todo valor a la posibilidad de una dimensión desconocida. Entiendo y comparto la duda, pero no el rechazo frontal. De algún modo siempre acabo pensando que la creencia exclusiva en la materia es algo demasiado limitado, rácano y pesimista.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Circe:
Es un error pensar que el cálculo de probabilidades no se puede aplicar a lo que llamas "lo intangible".
Hay muchas religiones diferentes: si todas ellas son igual de probables, entonces la probabilidad de que una de ellas en particular sea verdadera es, COMO MÁXIMO, igual a uno dividido por el número de religiones (y multiplicado por cien, si quieres expresarlo en tanto por ciento).
Pero el número relevante para el cálculo no es el de religiones que han existido, sino el de religiones POSIBLES (yo me puedo inventar otra historia de seres sobrenaturales completamente distinta a las que hasta ahora se han inventado; y mañana otra, y tú otra, etc.); así que el número de religiones posibles es infinito. Si todas ellas son igual de probables, entonces la probabilidad de que una en concreto sea verdadera es, COMO MÁXIMO, igual a uno partido por infinito, o sea, cero.
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Piensa que, si no fuera así, tú podrías inventarte CUALQUIER estupidez (quiero decir que TÚ considerases que es una estupidez), y, con tal de que se refiriese a entidades "intangibles", entonces llegarías a la conclusión de que "es igual de probable que sea verdad como que sea mentira". Pues no: es ABRUMADORAMENTE más probable que sea mentira.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Y con respecto a las personas y obras a las que admiras, yo las admiro también, pero eso no me lleva a pensar que, además de ser unas buenísimas personas, además de tener un talento literario fantástico, y además de tener unas ciertas experiencias (que ciertas drogas pueden también producir), mi admiración no me lleva a pensar, decía, que SU TEORÍA ACERCA DE PORQUÉ hacen esas cosas sea más correcta que las teorías de los egipcios acerca de por qué salía el sol (por mucho que admire su civilización).