Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

papás divorciados

miércoles, 11 de abril de 2007

Se me ha separado otro amigo. Es joven, su mujer también y, posiblemente, otro hombre y otra mujer intervendrán en la educación y cuidado de sus hijos. Un modelo familiar que empieza a ser común. Algo normal. Hasta parece simpático. Pero ¿no somos demasiado desenfadados? Muchas veces se quieren apoyar ideas supuestamente progresistas sobre “otros tipos de familia” poniendo de relieve ventajas insospechadas como que los niños de hogares separados tiene dos padres distintos a los que acudir o que son experiencias valiosas de contacto con un entorno social más complejo y menos tradicional. Pero, como dicen Martin Daly y Margo Wilson (The Truth about Cinderella: A Darwinian View of Parental Love 1999 - Yale University Press) son “tonterías insustanciales” producto de una “psicología ingenua” relacionada con la teoría de los roles. Ser padre o madre sería un rol, como ser padrastro o madrastra, etc. El concepto de rol ha tenido cierta utilidad en el estudio del aprendizaje social pero es, en palabras de Daly y Wilson “una metáfora limitada”, entre otras cosas porque las preocupaciones humanas están ausentes de las explicaciones que dan los expertos de la teoría de los roles sobre la actividad humana. Hay unos aspectos internos de motivación que no pueden satisfacerse con ninguna teoría de roles. Un padrastro puede asumir el rol de padre pero muy fácilmente se enfrontará a deseos contradictorios que no están en el guión. Cuando este “rol” fracasa se le echa la culpa a todo “excepto a la temida posibilidad de que el amor no pueda simplemente ser deseado”. En fin, de la posibilidad de que muchos padrastros y madrastras estuviera mejor sin tener que vivir con esos niños de otro.

4 comentarios:

my blue eye dijo...

Algunos padres también desearían vivir sin sus propios hijos. No sé, no sé. (Aplicando la experiencia propia de una víctima de las disfunctional families esas, diré que no está tan mal, vaya).

Anónimo dijo...

Hola, pasaba por aquí y he entrado a saludar, nada más.

Anónimo dijo...

En La Tabla Rasa aparece el dilema de si, en el incendio de un local, uno elegiría la salida por medio de la cual puede salvar a 200 niños, o la que nos permitiría salvar única y exclusivamente a nuestro hijo.

Pues eso.

unnombrealazar dijo...

Olvidas, creo, los datos que señalan que los niños educados por un padre no sanguíneo y uno que sí son indistingibles de los niños educados por dos padres biológicos, una vez controladas el resto de variables. Este es uno de los datos que maneja Harris en su libro The nurtura assumption.